Esta semana, Pedro Castillo ha añadido dos yerros políticos que, sin ser menores, se acumulan a muchos otros y pueden pasar sin hacerse notar. Hoy nos ocuparemos de que ello no suceda. Vale la pena hacer pausa y examinarlos porque dan cuenta de cómo el presidente reacciona, tanto en el frente externo como en el interno.
La presidencia pidió permiso para el viaje de 7 días a la cumbre de APEC en Tailandia. Un foro de absoluta importancia para las exportaciones peruanas (economías con las que el Perú tiene 10 acuerdos comerciales) y donde se puede obtener muchas más facilidades y beneficios. Se adelantó, torpemente, la oposición al anunciar que no se daría el permiso de viaje como ha ocurrido en otras dos ocasiones.
La solicitud nunca se llegó a votar porque el presidente la retiró en apenas dos días, lamentándose en Twitter de la “dilación” del Congreso. Sin embargo, la verdad es que, en simultáneo, el presidente Castillo alega ante la OEA, y el mundo entero, que está en curso un golpe de Estado contra él y por esa razón ha solicitado y logrado la activación de la Carta Democrática.
¿Qué presidente en tremendo predicamento puede siquiera pensar en abandonar el territorio una semana para irse al Asia cuando, según su propio canciller, están al borde de derrocarlo por la fuerza?
Veamos pues si entendemos la lógica presidencial. Convoca a una misión del alto nivel de la Comisión Permanente de la OEA para que hagan una visita in situ. Van a venir 5 cancilleres en ejercicio y dos vicecancilleres, a pedido de un presidente que clama ayuda al continente ante la inminencia de su vacancia. ¿Y se quiere ir de viaje? Solo una oposición torpe como la nuestra no vio la estupenda oportunidad de otorgárselo.
Hasta el político más inepto de América no entendería cómo la misión de la OEA pueda llegar de emergencia a un país donde el presidente “en peligro” se fue, o se va a ir, o acaba de regresar por 7 días. Sin embargo, para Castillo el daño quedó hecho. Aunque alguien se diera cuenta de la tremenda torpeza y rectificara con el manido lamento, el solo acto de pedirlo lo ha dejado en evidencia. ¿Qué golpe es este?
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El segundo yerro presidencial ocurrió en la puerta del hospital Rebagliati este jueves. Un presidente pifiado no es novedad en ninguna parte. Lo que si es novedad es la reacción de este. Descabezar la institución porque falló la portátil es un acto propio de tiranos, pero nadie va a extrañar al saliente presidente de Essalud.
Lo que se destaca es la forma en la que insultó a los pacientes y familiares que le dedicaron un sonoro abucheo. “Los que gritan afuera ya no tienen oportunidad de aquellas cúpulas inmensas donde antes tenían todo”, “hoy no tienen espacio para robarle a este pueblo”.
Cuando Castillo improvisa, deja clara su visión del mundo. La dicotomía “los de afuera” versus “los de adentro” nos deja bien en claro quién está adentro. Los de afuera, según el presidente oportunistas de “las grandes cúpulas”, no eran más que pacientes y sus parientes en las largas colas del hospital con mejor reputación de Essalud. Colas para citas, colas para consulta, colas para exámenes, colas para medicinas, colas para cama y más colas para agendar una operación.
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Cualquiera que haya pasado el vía crucis de los pacientes de Essalud sabe de qué estoy hablando. Y eso es la seguridad social. En la salud pública ese infierno es mas profundo. Si Castillo lo recordara, (no hace mucho fue usuario de esos servicios) tendría un mínimo de empatía con personas que reclaman ahí todos los días con justa razón.
¿O no se acuerda de los 217.000 muertos en pandemia, muchos de los cuales jamás llegaron a una cama de hospital o para los que no llegó el oxígeno? Hay temas tan dolorosos, donde la ira del duelo está tan presente, ¿ qué esperaba? ¿aplausos?
Pero más importante hoy es fijarnos en “los de adentro”, un universo donde se ubica por simple oposición Pedro Castillo. Un “espacio”, como él lo califica, donde se hace lo contrario de lo que se hace afuera. Y si afuera no hay espacio para robar, pues parece que todo lo contrario sucede adentro.
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