Cambios sin cambios

“Los interesados en llegar al poder podrán parafrasear a Marx (Groucho) y decir que, si no les gusta su partido, tienen otro. Lo que tenemos son diversas agrupaciones”.

Psicólogo Social, Facultad de Comunicación, Universidad de Lima

Los resultados electorales permiten un análisis de lo ocurrido en la coyuntura y de los problemas de fondo que demandan una urgente solución si no queremos seguir remando hacia abajo.

Con relación a lo inmediato, al menos en Lima, lo que se observa es que la reacción final ante la percepción de una oferta que no despertaba mayor entusiasmo fue la de afirmarse en las propias convicciones. El llamado voto útil se dejó de lado. Y diera la impresión de que ni siquiera la lógica de votar por el mal menor tuvo peso significativo. En las últimas semanas daba la impresión de que el estratégico silencio de Forsyth le ayudaría a repuntar en el tramo final, pero la encuesta difundida el sábado por Ipsos indicaba que, el ahora candidato de Somos Perú, difícilmente podía canalizar el sentimiento que Muñoz logró concentrar el 2018. Un sector votó por Elizabeth León, otros por el candidato de APP e incluso el cuestionado Alegría ha obtenido un porcentaje no esperado. Poco importaba si no ganaban, pareciera que lo relevante para el votante fue expresar su rechazo no solo a otros candidatos sino a la lógica de votar por el llamado mal menor. Si era cuestión de votar, se dejó constancia de lo que se cree correcto.

La personalización de la política es un fenómeno que acompaña el deterioro de los partidos en el mundo y acá también lo vemos. Pero incluso esa personalización acarrea un bajo entusiasmo. Esto se expresó en campañas en Tik Tok que muestran que hay una gran confusión entre conectar con los sentimientos y hacer el ridículo. Los afectos son más importantes que eso. Si el sentimiento antipartido se expresó con fuerza en Lima en 1989 con la elección de Belmont y a nivel nacional con el triunfo de Fujimori en los 90, el arco del entusiasmo se cierra con la elección de Castillo. Urresti es sobre todo Urresti, López Aliaga es la versión limeña de Acuña en términos de partido empresa y Forsyth ha ido cambiando de gorro en varias elecciones. El resultado, que ni el ganador tendrá 30% de votos. Hay más de una región en Perú donde los ganadores tienen más del 30% de la votación. Si se toma como base las elecciones municipales de 1980, es la primera vez que en Lima gana un candidato con menos de 30%. La votación fue baja y fragmentada, como en los últimos procesos electorales.

Todo lo anterior, así como los resultados a nivel nacional, muestran la urgencia de un acuerdo político que sostenga una reforma electoral. Estamos en un claro proceso de recambio donde partidos que tenían presencia ya no aparecen. Murieron o están en cuidados intensivos, a fuerza de no renovarse. Es cierto que el APRA está en proceso de reinscripción, pero en esta foto no hay Partido Aprista, ni Acción Popular, ni el PPC, ni Fuerza Popular ni partido alguno de izquierda. Perú Libre nunca fue significativo y esto solo lo confirma.

Los interesados en llegar al poder podrán parafrasear a Marx (Groucho) y decir que, si no les gusta su partido, tienen otro. Lo que tenemos son diversas agrupaciones regionales, cada vez más, donde algunas canalizan a nuevos actores, pero donde la mayoría recicla nombres que saltan de un lado al otro. En los extremos se agrupan posiciones populistas y radicales de derecha (Renovación Popular) o de izquierda (lo que Antauro coseche de su campaña en el sur). La izquierda siempre estuvo fragmentada, y lo sigue estando. La derecha se aglutinó en algún momento alrededor del fujimorismo, pero ese predominio ya no es tal y hay una pugna abierta que va jugando a favor de Renovación Popular, pero con los límites que esta elección expresa: con mayor presencia limeña y en barrios con predominio de sectores medios y altos.

Hay nombres partidarios que están pasando al olvido y nuevos nombres que con las justas se recuerdan. Reconstruir el valor de lo colectivo es un gran reto que implica tejer o zurcir lo que anda disperso.

Hernán Chaparro

Hernán Chaparro

La República

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