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¿De vuelta al siglo XVIII?

“Seguro que la cobertura de lo que acontece al interior del Congreso se puede mejorar, pero eso no puede ser excusa para cerrar las puertas a la transparencia...”.

Por: Hernán Chaparro, psicólogo social, Facultad de Comunicación, Universidad de Lima

Una radical vuelta al pasado es lo que ha planteado el Congreso con relación a la presencia de periodistas en el hemiciclo. Como se sabe, con motivo de la pandemia se prohibió el ingreso de la prensa y hoy, pasada la crisis sanitaria, es más bien la evidencia de antiguos prejuicios: que la mala imagen del Congreso es culpa de los medios, en este caso, de la cobertura que hacen los reporteros de lo que acontece en el Parlamento. El argumento no se sostiene. Según Ipsos, en mayo del 2022 el nivel de aprobación del Congreso es de 12%. Era 40% en agosto del 2021, recién elegidos. La caída en el nivel de aprobación es de 28 puntos porcentuales… y en todo ese proceso no hubo prensa en el local de la Plaza Bolívar.

¿Por qué de vuelta al siglo XVIII? En el Reino Unido, en 1803, principios del siglo XIX, si bien el periodismo ya tenía presencia informal en el Parlamento, el speaker (el presidente de la Cámara de los Comunes, un equivalente a la cámara de diputados) autorizó por primera vez el ingreso de periodistas en el recinto (Monzón, 1987). En el siglo XVIII ya existía la prensa diaria y de opinión en Inglaterra, pero su ingreso al parlamento era oficioso, en algo así estamos hoy. En aquellos años, el papel impreso era el novedoso soporte para la difusión de ideas, el debate, la crítica y todo aquello que hoy, vertiginosamente, se digitaliza y dispersa; pero la función sigue siendo la misma: dar cuenta y fiscalizar sobre lo que los representantes deliberan y deciden en representación de los ciudadanos. Resulta paradójico que hoy los reporteros no puedan ingresar al hemiciclo mientras que un congresista difunde imágenes en TikTok desde el mismo local.

El prejuicio no es nuevo, y la tensión con los medios tampoco, pero mantener la decisión, ahora delegada a la junta de portavoces y a un informe del Instituto de Defensa Civil (Indeci), no es más que la evidencia de una cultura política que considera que la ubicación en una situación de poder, sobre todo en la función pública, da derecho a hacer lo que se quiera, sin transparencia.

Tratar los asuntos del Estado como si fueran propiedad privada, el patrimonialismo, es parte de nuestra cultura política y está asociado a buena parte del abuso del poder y corrupción que constantemente sufrimos. Está presente en muchos sectores de la ciudadanía. Es, muchas veces, el único incentivo para postular de algunos candidatos que terminan circulando entre el parlamento y diversos gobiernos locales. De acuerdo con la encuesta de Ipsos de mayo del 2022, la corrupción es vista como el primer o segundo principal problema del país. Esta percepción está vinculada a la desafección y al populismo de todo tipo que está presente en la población. Hay políticos que se quejan del populismo, pero es su comportamiento y cultura política las que fomentan de alguna manera estas actitudes.

El periodismo no está exento de sesgos y tendencias y es cierto que pasa por un momento de cambios importantes en el contexto de un entorno digital que fragmenta medios y públicos. Seguro que la cobertura de lo que acontece al interior del Congreso se puede mejorar, pero eso no puede ser excusa para cerrar las puertas a la transparencia. La publicidad de los actos de los gobernantes es un tema fundamental para la democracia. Eso está en la base de las críticas a las reuniones del presidente en Sarratea y también lo está cuando se demanda ingresar al Congreso. La demanda de igualdad y transparencia en la ciudadanía es una de las consecuencias de diversos cambios sociales y económicos vividos. Los políticos, luego de ser elegidos para un cargo, repentinamente se creen seres de otro planeta. Pero para la ciudadanía, cada vez más, son gente como uno. Es una realidad que los políticos se resisten a asimilar y que la prensa, cubriendo lo que ocurre dentro del Congreso, les debe recordar a cada momento.

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La República

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