Opinión

Kuélap: de monumento histórico a una ruina, por Sonia Guillén Oneeglio

“La burocracia que se ha pasado buscando respuestas arqueológicas a un problema de ingeniería...”.

Ministerio de Cultura anunció que podrían generarse nuevos derrumbes en Kuélap. Foto: cortesía a La República
Ministerio de Cultura anunció que podrían generarse nuevos derrumbes en Kuélap. Foto: cortesía a La República

Estaba anunciado, el impacto de las lluvias en algún momento iba a provocar el derrumbe del muro de Kuélap. Este domingo 10 de abril, alrededor de las 5:30 de la tarde, luego de un día soleado, el contraste entre los niveles húmedos por las intensas lluvias y los secos provocó primero el colapso de unos diez metros y luego otros cinco más. No hubo daños personales, por suerte, el derrumbe ocurrió en un lugar sin apuntalamiento, sin público y fuera del mapa de los lugares de mayor riesgo. Y todo un día antes de celebrar el Día del Arqueólogo en el Perú.

Inmediatamente comienzan las quejas, los reclamos, la pregunta sobre dónde están los responsables para ajusticiarlos. El ataque esconde la responsabilidad conjunta. Todos somos culpables, pero especialmente aquellos burócratas que pasaban documentos respondiendo que el tema estaba fuera de su responsabilidad. Esa burocracia que se distrae generando concursos al mejor postor sin exigir la experiencia técnica y científica. La burocracia que se ha pasado buscando respuestas arqueológicas a un problema de ingeniería.

Desde el 2005 la burocracia desde Lima ha gastado en Kuélap más de 85 millones de soles, seguramente con aciertos y errores. Se han acumulado muchos estudios técnicos seguramente útiles, aunque sin una gestión continua todo esfuerzo es disipado por los cambios políticos que producen un constante volver a empezar. Lo que hay para exhibir es un profundo hueco en el ingreso 1 que ya tiene más de seis años sin solución. El último equipo que se comprometió en solucionar el problema abandonó el proyecto por su incompetencia, seguramente luego de recibir mucho dinero, organizando reclamos legales que posiblemente ganarán como otros contratistas.

Los problemas de Kuélap son generados por problemas geológicos, la acumulación de agua y falta de drenaje. Los constructores chachapoyas ya conocían la problemática. La identificación clara del problema fue lograda por un ingeniero de la UNI a través de su tesis de maestría. Un proyecto que no le costó al Estado. Hace poco se dio una conjunción estelar y dos amazonenses tuvieron la dirección de las acciones del Mincul. El proceso tuvo avances, se llegó a declarar el monumento en emergencia.

Kuélap es el principal atractivo del circuito turístico nororiental. Luego de la instalación del teleférico, el número de visitantes se disparó, pero vino la pandemia. En el periodo de recuperación del 2021 llegó a tener entre 500 a 900 visitantes diarios. No han faltado otros desastres, un terremoto, huelgas y bloqueos de carreteras, lluvias. El conteo bajó a unos 20 turistas diarios.

Es necesario trasladar la gestión a su propia región. El accionar desde Lima es inoperativo e indiferente. Falta de compromiso y una burocracia que solo busca su propia continuidad. La gestión tiene que tener una cabeza con habilidad y experiencia, con capacidad de convocatoria. Se requiere la socialización de objetivos y tareas. Las comunidades locales tienen que integrarse con una participación que logrará beneficios para todos.

Desde el Mincul, la queja es siempre la falta de presupuesto, pero esa nos es la principal razón. Kuélap ha tenido fondos millonarios que hasta ahora no han dado resultados, tiene ingresos propios que podrían sustentar el equipo y las tareas de mantenimiento. Más aún, la importancia de este monumento para el desarrollo local y regional y para la conservación del patrimonio ha generado el apoyo de la comunidad internacional: la cooperación técnica de Japón, Alemania, EE. UU., entre otros países. Así como el World Monuments Fund, que aportó recursos y disponibilidad, al igual que entidades académicas científicas del Perú y del extranjero. ¿Qué es lo que falta? Gestión con continuidad y con una mirada preventiva. Hay que salir del oscurantismo burocrático y esto solo se logra a través de la acción participativa y no contemplativa. La que sale de la queja y propone la acción exigente para que las autoridades cumplan con sus roles y se usen los fondos con responsabilidad y demostrando logros.