Información del silencio, por Eloy Jáuregui

Refugios. Información corresponde a connacionales de alto patrimonio. Principales orígenes son Islas Caimán y Luxemburgo.

La verdad es el ojo de la conciencia del periodismo. Todo el resto es bazofia. Hoy a la mentira en medios y redes la han bautizado como la posverdad y otros la motean como fake news. Estos términos son utilizados para conceptualizar la divulgación de noticias falsas que provocan un peligroso círculo de desinformación. Solo habría que leer en Domingo de La República (19/12/2021) a Óscar Miranda en su texto ‘Desmontando las mentiras’, cuando demuestra la necedad de los “antivacunas” a inmunizarse por culpa de las mentiras propaladas por los medios.

Pero hay otras mentiras más graves. Aquellas que embarran a Pedro Castillo, obra de la derecha más repugnante y que no quiere admitir su derrota ni en las urnas ni en la moción de vacancia presentada el último 6 de diciembre. Derrotas que tienen sus orígenes hace más de un año cuando Castillo –el profesor serrano– se despuntó para finalmente doblegar a la mafia corrupta de Keiko Fujimori y los medios hegemónicos.

En el fulgor de las mentiras, la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, había asegurado en un encuentro internacional de parlamentarios realizado en Madrid que Pedro Castillo resultó presidente del Perú porque votaron por él “40 mil muertos”. ¿Delirio? ¿Desesperación? No, solo mentiras. Ya Luis Enrique Pérez de la web Convoca.pe demostró, según la entidades electorales peruanas, que la ultraderecha española y la propia Alva habían mentido desde que el abogado Gonzalo Ortiz de Zevallos denunció que existió un “masivo y escandaloso fraude electoral” en el que, supuestamente, votaron 44 mil muertos, 35 mil menores de edad entre ellos, y se presentaron firmas adulteradas.

Para los golpistas peruanos los invito a leer La información del silencio, de mi amigo, el escritor y periodista español Álex Grijelmo, quien sostiene que hoy vivimos en el universo de mentir con hechos verdaderos. Esa práctica de los medios de comunicación formalmente establecidos y que pasa, por lo general, desapercibida, pero que puede ser igual, o incluso más nefasta, que las noticias inventadas. ¿Engaño? Sí. ¿Falsedad? También.

Entonces uno lee de hechos verdaderos, pero el silencio hace el juego sucio en una operación discursiva que los lectores en primera instancia no logran identificar. Ojo, insisto, para el periodismo del siglo XXI existe un arte, el de mentir con información cabal. Y eso es peor que el ómicron y todas las plagas del mundo.

La República

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