Algo más que desaprobación
“El descrédito de Castillo hoy no parece algo que se vaya a resolver con una o dos medidas felices y de impacto. Incluso más que un cambio de política general, lo que parece necesitarse con urgencia es un cambio de estilo presidencial”.

La aprobación de Pedro Castillo acaba de bajar, ahora considerablemente, en la encuesta IEP. En cierto modo el paso de 35% a 25% impacta más que algunos resbalones anteriores, en la medida que se acerca a la cifra emblemática del dígito único. En línea con lo anterior, IEP registra otros tropiezos estadísticos del presidente.
La principal novedad en el sondeo es el ingreso de la permanencia de Castillo a una lista de preguntas necesarias sobre su mandato. Los opuestos a una vacancia siguen en mayoría, pero el margen es estrecho. El 43% a favor es un respaldo a la moción presentada en el Congreso, y va de la mano con la creciente desaprobación de Castillo.
En consecuencia, casi dos tercios de los consultados opinan que Castillo no va a terminar su mandato. Esto es producto de la campaña por la vacancia que lleva adelante la derecha, pero quizás también de una percepción del público sobre la marcha del gobierno en general, que aparece como un rosario de errores, con pocas excepciones.
Desde la perspectiva oficialista todo esto es producto de una conspiración claramente orientada hacia el derrocamiento de Castillo. Este propósito existe en la extrema derecha, y ha avanzado en la opinión pública y en la decisión parlamentaria. Pero el gobierno le ha aportado bastante más que un grano de arena.
La cuestión de la permanencia también es la de qué tan bien se puede gobernar en las actuales condiciones de arrinconamiento y autoarrinconamiento. Castillo ha ido resolviendo algunos de sus problemas políticos iniciales, pero a la vez ha caído en otros nuevos. Unos son más serios que otros, pero todos están pesando.
Un 43% a favor de la vacancia es un número más fuerte que el 65% de desaprobación a Castillo (17 puntos más que en octubre), y que ya debe estar haciendo pensar a los políticos. Sin embargo que vacar se vuelva una medida popular no necesariamente la va a convertir en una medida indispensable o viable.
El descrédito de Castillo hoy no parece algo que se vaya a resolver con una o dos medidas felices y de impacto. Incluso más que un cambio de política general, lo que parece necesitarse con urgencia es un cambio de estilo presidencial.