¿Se deben cuestionar las decisiones del presidente Castillo y su gobierno, como por ejemplo anunciar el nombramiento de Belmont como asesor? Sí, no se pueden silenciar las voces críticas y es una mala costumbre apañar errores de gestión, decisiones contradictorias, improvisadas o incluso cuestionables éticamente. Eso termina haciéndole más daño a una gestión y siembra dudas sobre la seriedad de las alternativas de cambio.
Bastantes lecciones tenemos de lo grave que es defender a capa y espada, negando espacio para la crítica. Exigir que se enrumbe el gobierno, para cumplir con las expectativas de justicia e igualdad de miles de peruanos y peruanas, es un imperativo ético. Pero hacerlo y silenciar la estrategia golpista de la derecha peruana convierte a la crítica en cómplice.
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La crisis política que atravesamos en el país no es monopolio del gobierno del presidente Castillo. Con idas y vueltas, ha mostrado capacidad de escucha y ha tomado decisiones que incluso le han supuesto tensiones dentro de su alianza política. Pero las ha tomado consciente de que el país no puede seguir en una espiral de provocaciones y agudización de la polarización. Tenemos tareas urgentes que demandan diálogo y capacidad de concertación.
Pero en la derecha empresarial y política hay un sector golpista y no puede pasar desapercibido. ¿Cómo es posible que un grupo de empresarios que se juran cofrades planeen la vacancia presidencial y no pase nada? Están ofreciendo financiar protestas sociales para generar condiciones de desgobierno, ¿y la prensa nacional en el mejor de los casos coloca una nota “breve”?
Es golpismo, señores, no puede acabar el problema con el presidente de la SNI diciendo que él no es parte de esa cofradía, ¿hará un proceso disciplinario a los miembros de su gremio que sí son parte? O en el caso del presidente de CONFIEP que señala que nunca le avisaron de la campaña por la vacancia, ¿exigirá un proceso ético dentro de su gremio a quienes sí son promotores de esa campaña de vacancia?
En el espacio político pasa lo propio. El Congreso quebró el equilibrio de poderes que está en el centro del actual modelo constitucional. Es decir, no les importa en lo más mínimo la Constitución que dicen defender. Eliminan un posible uso abusivo de la cuestión de confianza, pero dejan incólume la vacancia presidencial que también puede ser aplicada sin mayor sustento con el simple hecho de tener 87 votos. Si no oigan a la congresista Tudela que dice que ella “cree” que con el nombramiento del primer gabinete el presidente Castillo ya está inmerso en una causal de incapacidad moral permanente.
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Mover la balanza así, solo a un lado, es un ejercicio autoritario de poder y se suma descaradamente a la campaña abierta por la vacancia presidencial.
Socióloga, con un máster en Gestión Pública, investigadora asociada de desco, activista feminista, ecologista y mamá.