El golpe (ya no tan) lento

“¿Cuándo termina todo este empapelamiento que viene siendo llamado un golpe lento? Probablemente nunca, pues la prédica de un fraude no demostrado ya se ha convertido en una suerte de segunda naturaleza del fujimorismo y sus aliados”.

La negativa del desacreditado fiscal Luis Arce a aportar su voto al quórum del pleno en el JNE es una nueva maniobra dilatoria en la guerra contra los resultados electorales. El JNE puede subsanarla en poco tiempo, y su revisión de los reclamos va a continuar. Sin embargo, las trampas legales también van a seguir, en varios espacios institucionales.

El proceso electoral 2021 cada vez se parece menos al que empezó en la primera vuelta. Los espacios de imparcialidad, como el JNE, los JEE, las encuestadoras mejor calificadas, el propio Ejecutivo, o incluso algunas opiniones personales, ya llevan más de una quincena bajo ataque desde las trincheras que buscan un triunfo de Keiko Fujimori, cueste lo que cueste.

Parte de este embate es la idea de que si el triunfo de Pedro Castillo resulta inevitable, le conviene a sus enemigos que el candidato llegue lo más manchado posible. Al lado de esta idea, otra: que un Castillo vencedor pero debilitado será más fácil de quitar de en medio, presumiblemente por la vía de alguna forma de alianza parlamentaria, flanqueada por batallones de abogados.

En estos días el JNE ha ido descubriendo que sus primeras revisiones no tienen asidero, lo cual no le augura mucho a lo que todavía falta revisar. Esto es lo que ha precipitado la llamada declinación de Arce, una movida que, con la colaboración de los principales medios, echa sombras sobre las revisiones del pleno del JNE, y sin duda será argumento para nuevos cuestionamientos.

Además hay el pedido fujimorista de la lista completa de los millones de votantes, con la evidente intención de encontrar en las firmas incongruencias o fallas suficientes como para revertir la elección. Aun si no las encuentran, se habrán producido una nueva dilación y nuevas sombras sobre el proceso electoral, ambos objetivos de esta hora.

¿Cuándo termina todo este empapelamiento que viene siendo llamado un golpe lento? Probablemente nunca, pues la prédica de un fraude no demostrado ya se ha convertido en una suerte de segunda naturaleza del fujimorismo y sus aliados. Aun con Fujimori en la presidencia, movidas iguales contra la oposición democrática van a seguir, como remedo de otros años.

La definición de Keiko Fujimori como mal menor en la elección rápido ha pasado a ser una mala broma.

La República

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