Hasta el último voto

La democracia debe dar una lección de tolerancia ante cualquier intento totalitario o golpista.

La actual coyuntura de inestabilidad nos pone ante una disyuntiva: sabemos que la crisis debe resolverse con prontitud, y al mismo tiempo necesitamos que se verifique cada reclamo planteado por los candidatos y sus personeros para que la decisión final que adopte el poder electoral se base en la legalidad y que sea una verdad incuestionable.

Si para ello hay que contar hasta el último voto y la última impugnación presentada, pues habrá que hacerlo para darle tranquilidad a todos quienes hoy son bombardeados con información que cuestiona el proceso electoral y que les siembra dudas sobre el resultado final.

El caos provocado por un sector que pretende revisar lo revisado, abrir lo que ya está legalmente cerrado y, finalmente, que le descuenten votos al rival, para así lograr ganar, no puede ser respondido con displicencia. Hay una tarea docente impostergable de la democracia, y es la de garantizar no solo el pleno respeto a la voluntad popular, sino la de convencer de sus bondades como sistema político superior a cualquier intento golpista o autoritario, venga de donde venga.

Tenemos una agenda pendiente de resolver que se resume en pandemia y crisis económica. La primera nos encuentra en pleno proceso de vacunación, con 5 millones de personas mayores ya inmunizadas, pero aún falta todo el grupo constituido por las personas que integran el aparato productivo o que están aptas para integrarlo. Allí es donde se presentan también los más graves problemas de desempleo, endeudamiento y deterioro en las condiciones de vida.

Es fundamental que la crisis y la inestabilidad política no se extiendan excesivamente porque eso nos hace aún más vulnerables ante los retos que plantea este período de transición, entre un gobierno que sale y otro que debe estrenarse este 28 de julio.

Podría parecer apresurado, en medio de tanto ruido político, hablar de transición, pero quedan un mes y unos pocos días para que se pueda recibir información, explicaciones y cuentas de la administración saliente. Es un debe y haber que permite revisar los planes de gobierno a la luz de datos concretos que nos sirvan para trazar un horizonte a mediano plazo, mientras se adoptan las decisiones más urgentes en el marco de los primeros cien días.