El poco voto con que Pedro Castillo y Keiko Fujimori pasaron a la segunda vuelta implica que dos tercios no se sienten –incluida esta columna– representados ni remotamente por ninguno, pese a lo cual se debe optar por uno.
Castillo (18,1%) y Fujimori (14,5%) significan menos de un tercio del voto válido –menor al emitido–, el porcentaje más bajo de la historia con que entran a la segunda vuelta: 60,91% en 2016 (Keiko-PPK), 55,29% en 2011 (Ollanta-Keiko), 54,94% en 2006 (Ollanta-Alan), y 62,3% en 2001 (Toledo-Alan).
Pero además del poco respaldo de los competidores de la segunda vuelta 2021, Castillo y Fujimori significan posiciones que producen rechazo marcado, y por razones que no son prejuicios infundados, en mucha gente, lo que mella aún más su representatividad.
Fujimori representa una fuerza política con demostrado desprecio por la institucionalidad, desde los tiempos de su padre con el golpe del 5 de abril, prostituir los poderes del estado, y organizar una corrupción de escala mayor y violación de derechos humanos; hasta en el lustro pasado cuando ella estuvo al mando de la mayoría fujiaprista en el congreso que demolió instituciones, saboteó la economía perjudicando a los peruanos, y fue financiada con arreglos indebidos por empresas, por lo que es investigada por la justicia.
Castillo representa la prehistoria económica, ofreciendo expropiaciones y un manejo de las finanzas públicas que llevará al descalabro, destruyendo la perspectiva del país, además de no tener el menor respeto por la institucionalidad al ofrecer disolver el TC y el congreso sin respeto de la ley. Está vinculado, además, a condenados por corrupción y al Movadef senderista.
Ambos son ultraconservadores: contra despenalización del aborto, bodas gay y enfoque de género; atacan la libertad de expresión; y ofrecen indultos indebidos a Alberto Fujimori y Antauro Humala.
Pero la democracia fija reglas y se debe optar por uno para la presidencia bicentenaria, en una tremenda encrucijada, para lo cual será fundamental la confianza de las garantías que ofrezcan que, si son presidentes, no serán lo que parece que serán, pues, hasta ahora, optar por uno parece, para hacer el símil del sida/cáncer del 2006, una elección entre el covid-19 y el dengue.
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