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Covid-19: Los últimos de la cola

Diego es un joven de 28 años de edad. Es parte de esa estadística de que en el Perú existen más de un millón y medio de familias con algún miembro con discapacidad intelectual, según el censo del 2017.

Patricia León Metzger, director del Taller Artístico Terapéutico “DESPERTARES – Lima”

Diego, 5:30 am…un lunes cualquiera, abre los ojos mirando la tenue luz que entra por el techo de calaminas agujereadas de la pequeña habitación de azotea en quinto piso en Surquillo. No hay ventanas…solo un agujero tapado por cartones. Diego sonríe…a su lado aún duermen su hermanita y su madre.

-Maá?? Inaa??-

-Dieguito, duerme…todavía es de noche…-

Muy despacio Diego se levanta…abre la puerta que da a la azotea al único baño…

-Diegooooo cierra esa puertaaa-

Frío de amanecer, agua casi helada del lavadero, la carita, el cabello, dientes, en el colgador toalla húmeda…apresura el paso a pesar de su sobrepeso es muy ágil.

-Maáaaaa yunooooo, maáaa-

Busca su buzo, el mejor que tiene, con dificultad pero precisión se viste, se mira al espejo, pasa el peine sobre el cabello lacio, y guiñando los ojos rasgados

dibuja un piquito en la boca y se lanza un beso.

-¡¡¡Maá ya epierta!!!-

-ayyyy hijitoo, ya voy….-

Diego busca. –¿¿¿maá mi chila???-

Mueve cajas y cajones, sus dedos gorditos no ayudan a desatar paquetes…

-ahhhhh aquí tá!!!- amplia sonrisa que deja escapar la lengua gruesa y cuarteada.

Lina, sobresalta con el ruido…-¿qué buscas hijo? Ya voy y.....deja esa mochila!-

Diego abraza la mochila, como su bien más preciado! llena de papelitos recortados, colores partidos, plumones que casi no pintan, papeles muy bien doblados, una lata y un pomito, un gorro…se sienta en el piso de cemento con las piernas cruzadas para arriba…amaneció y Diego espera…

Lina lo mira desde el rincón de la cocina improvisando el desayuno, lo mira con todo ese amor que sólo ella le puede dar, con pena, con dolor…, se agacha lo abraza.

-cómo te explico hijito…no hay taller-

Y viene esa sentencia, que viene escuchando hace meses todos los días, eso que no entiende, lo ve en televisión, lo escucha hablar…

-Dieguito, ya te expliqué hijito…estamos en pandemia, no podemos salir…nos podemos enfermar y después ¿qué pasa para curarte ahhhh???-

- la yeción maá???-

-sí la inyección! ¿Y a ti no te gusta eso de la agujas, no?? ¡Te van a tener que hincar con la inyección!-

-no porta maá! Yo soy gande, yo quere mi amigos, mis pofes…yo tabaja bien taller, mi teato, mi menú, ¡¡porto bien maáaaaa!!-

-ayyyy Dieguito….mira, tu hermanita tampoco va al colegio, ¿¿¿ves??? Ella estudia por el celular…tus amigos están en sus casas, tus profes también ya te lo he dicho tanto…no hay trabajo, no hay teatro, no hay menú, no hay ejercicios en el parque con tu profe…mira, hasta yo ahora trabajo acá…no ves que acá plancho la ropa de la señora?...-

-tu sale calle a coprar maá?-

- yo salgo, pero tú ves que me pongo mascarilla para cuidarme y no contagiarme…no Dieguito, todavía no puedes salir…pronto volverás a tu taller…ven a tomar tu té que se enfría-

Diego piensa, sigue ahí sentadito abrazando su mochila…

-maá…¿toy castigado?...-

-no Dieguito, no estás castigado…te estamos cuidando…-

Diego no se para, sigue pensativo…¿cómo comprender esas palabras que nunca había escuchado? Pandemia, Covid-19, cuarentena, corona virus, estado de emergencia, inmovilización social…solo comprende que la abuela ya no está! Al cielo dicen que se fue…ya no visita a los tíos, a los primos en San Juan.... que solo puede mirar la calle desde la azotea, y si viene alguna persona tiene que correr al cuarto donde vive…que no puede ir a su taller, su segunda casa o quizá la primera, que no puede trabajar ni abrazar a sus amigos ni a sus profes…

Abre lentamente la mochila, saca unos papeles doblados, con cuidado los estira con nostalgia…es el calendario lindo que le regaló su profe, ese, del año 2019 ya con todos los días marcados…saca el plumón rojo, busca el cuadro del día señalando cada uno con su dedo hasta encontrar la fecha del día, y la vuelve a marcar con una X con su plumón rojo…abraza el calendario…

-Maá no quere yuno…voy a ver tele-

Y así pasa los días Diego…¡¡esperando!!

Diego es un joven de 28 años, con discapacidad intelectual diagnosticado con Síndrome Down, considerado por evaluación psicológica como persona con discapacidad severa (a pesar de sus grandes habilidades) por esa extraña ecuación matemática, no estandarizada para personas con discapacidad intelectual.

Es parte de esa estadística de que en el Perú existen más de un millón y medio de familias con algún miembro con discapacidad intelectual, según el censo del 2017. Eso equivale a 4.2% de la población total de personas con discapacidad en el país, de acuerdo al Programa de Protección de Derechos de las Personas con Discapacidad de la Defensoría del Pueblo.

Es también, persona altamente vulnerable por su condición que conlleva también disfunciones orgánicas, cardiovasculares, renales, broncopulmonares entre otras…pero esto no lo califica para ser considerado entre los grupos prioritarios para recibir la esperada vacuna contra el Covid-19 ¡la que sea!

Y seguirán esperando todos los Diegos (de ambos géneros), en un cuarto de azotea, en una choza en un cerro, o en una casa de playa con piscina…todos nuestros Diegos son iguales… los últimos en una larga cadena de eslabones sociales!

Pero recuerden…serán los primeros ante Dios.

Redacción La Periferia es el Centro. Escuela de Periodismo - Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

La República

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