Cuarentenas a la vuelta de la esquina
¿Se podrá realizar la elección el 11 de abril, o se postergará?
Si hasta hace poco había discrepancia entre el MEF y el Minsa sobre la gravedad de la segunda ola y las medidas para mitigar sus efectos –algo entendible en un gabinete ministerial–, la evolución abrumadora de la pandemia ha alineado posiciones, con el escenario más probable de que esta semana crezcan las restricciones a la movilización, y que hasta se deba postergar las elecciones del 11 de abril.
Las cifras del empeoramiento de la situación de la salud en el país son contundentes: cada veinte minutos muere una persona, aunque este fin de semana el número de fallecimientos más que se duplicó, mientras los contagios aumentan al igual que el número de hospitalizados, aunque la disponibilidad de camas UCI y de oxígeno ya se desbordó, peor que en los momentos más duros del 2020. Año 2021 déjà vu.
En ese contexto, los distintos espacios de gobierno, desde el informal consejo de Estado hasta el decisor consejo de ministros, evalúan las medidas que toca anunciar esta semana, siendo evidente que, ante el agravamiento de la pandemia, lo único que queda esperar es el incremento de las restricciones, no descartándose la posibilidad del retorno a las cuarentenas, no generalizadas, pero sí regionales, lo que incluiría a Lima, donde todo se ha puesto peor.
Lo cual retrotrae al dilema de siempre que algunos con demagogia niegan pero que es verdadero: salud versus economía, con el recuerdo penoso de que, en el 2020, nos fue pésimo en ambos. ¿Año 2021 déjà vu?
Lo cierto es que las cosas se van a poner peor antes de estar mejor, y que todos debemos prepararnos para una segunda ola que es más compleja que la primera por el efecto déjà vu con más incertidumbre que antes y que es llover sobre mojado tras el debilitamiento general –en salud y economía– del gobierno y de las familias.
El debate político que será cada vez más relevante es sobre la fecha de la elección, sabiendo que los meses de febrero y marzo serán peores. Lo racional sería decidirlo a fin de marzo, pero eso implicaría una decisión sabiendo con certeza a qué candidato le conviene y a quién no. Por ello, mejor decidir eso cuanto antes, sabiendo que la única fecha no negociable es que el 28 de julio cambiamos, sí o sí, de presidente.
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