Curioso, baja el número de muertos, pero la peste sigue vigorosa. Insisto, ya nada será como antes. Así De Soto gane las elecciones el 2021. O la U campeone de abuso. Todo será distinto a lo de antes. Mis domingos parecen lunes. Duermo a las 11 de la mañana. Almuerzo de madrugada. En horas es el Día del Periodista. Vale, nos fajamos aunque seremos distintos. Yo me infecté por periodista. Y los periodistas me salvaron.
Mi sobrina Patsy tiene 5 años y tampoco entiende la cosa. Ella es lo que se dice ahora una “pandemial” (con comillas). Solo ve tele, juega con su perro y anda embarrada hasta las orejas. Pero mis hijos también son otros. Los sociólogos etiquetan a la generación que padece la peste como pandemial (ya sin comillas). Cierto, la tienen más difícil. En sus casas, en el trabajo. Y no la pasan bien. Y sus ideas andan también con mascarillas.
No seré sectario. Yo también soy un pandemial. Estos cambios sociales y económicos me han rectificado la plana. Además, me escapé de la muerte por un pelo. Ya me hacía en el infierno de mi cielo. Pero un joven de 16 años es también un pandemial. Cierto, con mayor furor. Y uno que recién gatea será hijo de Covid-19 como dinamizador en su crianza y desarrollo.
Leo en diarios de Chile que esta crisis no marca tanto a quienes nacen como a los jóvenes. Y más o menos la idea es así: el pandemial es un concepto transgeneracional, porque no es una sola generación la que padece las transformaciones que la peste provoca. Somos todos las víctimas de este momento histórico y esta situación desconocida que supone un cambio radical en nuestras vidas.
Somos otros los que teletrabajamos. Entonces tuve que comprarme una cámara y un par de micrófonos. Igual que un médico o un ingeniero. Pero no todos tuvieron esas facilidades. Y aquello es más dramático. El pobre siempre está jodido. Pero yo que soy detallistas con los gestos, ya me fregué. Mascarilla de por medio, cuando una dama me contesta el saludo no sé si me está mandando al cacho o si me ama.
Pregunto. ¿Y los pandemials seremos políticamente correctos? Eso sí está peludo. Peor que votar por Urresti o Antauro. Pero sin bromas, muchos estamos desesperados. Las muertes, la plata, la libertad destapa un panorama brumoso. Temo que el pesimismo y la incertidumbre de no saber cuándo acaba esta vaina nos lleve a elegir a un fascista. Y eso sería la otra muerte, esa de la sempiterna peste política.
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