Vuelta al barrio

“Urge convertir la ciudad en una urbe con servicios locales que convivan con el habitar, pues el desplazamiento debe acortarse por evidentes razones de salud y bienestar”.

Para avanzar hacia la “nueva normalidad” postCovid-19 no es difícil de imaginar que la forma de socializar y desplazarnos va a ser distinta. Se buscará encontrar todo tipo de servicios cerca de casa, ya sea a pie o en bicicleta, y para ello será necesario flexibilizar la zonificación en los distritos a una de uso mixto del suelo que permita los servicios complementarios al uso residencial.

Hace aproximadamente 40 años decidí abrir mi oficina en la calle Miguel Dasso, una isla de uso mixto en pleno distrito de San Isidro, que tiene la facilidad de tener casi todo tipo de servicios a la mano, desde bancos, farmacias, cafeterías, librerias lavanderías, restaurantes hasta supermercados, permitiéndome ahorro de tiempo al caminar de un lugar a otro sin recorrer grandes distancias y con una coexistencia segura y pacífica, es decir, vivir con calidad de vida. Convirtiéndose el lugar en mi barrio, con un sentido común de pertenencia de los que todos deberían aspirar y disfrutar.

Hoy el confinamiento sanitario que nos ha tocado vivir ha trastocado la forma de coexistir y tendremos que adoptar estrictas reglas de conducta. En verdad nadie sabe a ciencia cierta cuándo terminará y además no sabemos si esto se repetirá. Es por ello que urge convertir la ciudad en una urbe con servicios locales que convivan con el habitar, pues el desplazamiento debe acortarse por evidentes razones de salud y bienestar.

Por ejemplo, para comprender el tema de los usos de suelo en los distritos del Área de Tratamiento Normativo III, como son: Magdalena, Miraflores, La Molina, San Borja, San Isidro, Surco y Surquillo los usos se encuentran divididos básicamente en zonas residenciales, zonas comerciales y zonas de equipamiento urbano y en donde las residenciales son fundamentalmente para vivienda, aceptando con grandes limitaciones otros supuestos usos compatibles por la rigidez normativa que se nos impone.

El uso mixto permitiría que en las zonas residenciales multifamiliares se pueda tener comercio en los dos primeros pisos y en los pisos superiores las viviendas, como en todas las grandes ciudades urbanísticamente desarrolladas del mundo, como Buenos Aires o Madrid.

El barrio, en nuestras grandes ciudades, es algo que se ha perdido con el paso del tiempo y con la mala interpretación de la llamada modernidad. Para ir a comprar debemos desplazarnos a “centros comerciales” que son muy útiles pero no para visitarlos cotidianamente pues exige el uso del automóvil o de transporte público con todo lo negativo que ello acarrea. El barrio además genera identidad propia basada en las relaciones vecinales y de proximidad, algo que se debería recuperar para hacer realidad una “nueva normalidad”. Aquí y ahora los alcaldes de la ciudad tienen una imperiosa tarea por hacer y podrían empezar por flexibilizar o transformar la zonificación en sus distritos para permitir el uso mixto en gran parte de las zonas residenciales de la ciudad, conservando por supuesto aquellas zonas emblemáticas por su valor histórico patrimonial así como las áreas de alta residencialidad y muy bajo comercio.

Ciudad mixta, ciudad amigable, ciudad feliz; ¡recuperemos el barrio!

La República

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