Hace solo 100 años las potencias europeas terminaban de desangrarse en las trincheras del frente occidental de la Gran Guerra, mientras que en Rusia acababan de quedar echados los dados para el estallido de la revolución que le daría curso a la geopolítica del siglo pasado. ¿Qué tanto de estos hechos impregna el camino del mundo contemporáneo? Pienso que mucho. El inmenso amasijo de hechos que le da estribo a la guerra que hoy destruye a Siria tiene que ver con el nacimiento de esta república, al fin de la guerra mundial.La forma en que Rusia está buscando retomar un rol protagónico en el panorama mundial bajo el liderazgo caudillista de Putin recuerda al tiempo polar de la guerra fría y el reciente bombardeo por parte de la armada estadounidense a una base militar siria –en represalia por el uso de armas químicas– aleja mucho a Trump del discurso aislacionista que, justamente, lo llevó a la Casa Blanca en primer lugar. “Poner a América primero” no es intervenir militarmente en otros países –más allá de si era necesaria la intervención–.La tensa relación que hay entre Turquía y Siria, antes vinculadas por el colonialismo otomano, es otro de los elementos que hoy cobran un rol fundamental si es que se pretende entender la complejidad de los hechos que, frente a nuestros ojos, se están dando. Si bien el mundo ha cambiado muchísimo en los últimos 100 años, los viejos rencores y las antiguas búsquedas por posicionar a una idea –o a una nación– por encima de otra siguen siendo el ritmo de muchas de las batallas de las que somos testigos.Ojalá pudiésemos ver la profundidad de las raíces de muchos de estos problemas, y evitar caminos oscuros que ya recorrimos. ❧