Economía

Mujer rural: el rostro invisible de la agricultura familiar

Día internacional. Existen más de 3 millones de mujeres en el área rural, la mayoría se ubica en la sierra. Solo 3 de cada 10 son propietarias de sus tierras y solo el 24,2% solicitó algún crédito. 

El domingo 15 de octubre se celebra el Día de la Mujer Rural. Foto: Andina
El domingo 15 de octubre se celebra el Día de la Mujer Rural. Foto: Andina

El Día Internacional de la Mujer Rural se conmemora el 15 de octubre de cada año. La fecha fue establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2007 con el propósito de resaltar las necesidades, prioridades y aportes de esta población.

De acuerdo con la ONU, las mujeres rurales representan aproximadamente una cuarta parte de la población mundial, y su principal fuente de empleo es la agricultura, un sector que en gran medida se encuentra en la economía informal y con derechos laborales muy bajos o inexistentes.

Según el INEI, en el Perú, existen más de 3,5 millones de mujeres en el área rural.

La última Encuesta Nacional Agraria (ENA 2022) revela que el porcentaje de productoras agropecuarias pasó de 29% en 2014 a 33,4% el año pasado. La mayoría de ellas se encuentran en la sierra, con un 37,9% del total, seguido por la costa (27,6%) y la selva (21,4%).

Con rostro de mujer

Una de estas mujeres es Lucinda Quispealaya Salvatierra. Ella inicia sus días a las 4:00 a. m. en la comunidad campesina de Shicuy, en el distrito de San Juan de Jarpa (Junín). Su primera tarea, mientras amanece, consiste en alimentar a sus animales. A una altitud de más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, se dedica a la crianza de vacas, carneros, cuyes y gallinas.

Después, Lucinda prepara el desayuno y el almuerzo, envía a sus hijos a la escuela y ordeña a sus vacas.

A las 9:00 a. m., llega a la chacra junto con su esposo, llevando consigo un pico para labrar la tierra. Dos horas más tarde, se toma un único descanso de media hora y continúa trabajando sin detenerse hasta las 3:00 p. m. Una hora después, llega a su casa. Mientras prepara la cena, se ocupa nuevamente de sus animales y ayuda en la selección de las semillas que utilizarán en las siembras del día siguiente. Su día concluye alrededor de las 11:00 p. m. Así todos los días.

“Es un trabajo de más de 12 horas. Las mujeres estamos duplicadas en trabajo, dedicándonos al cuidado de la casa, de la salud y a la chacra en nuestros hogares”, comenta Lucinda, quien además es presidenta de la Federación Agraria Regional de Junín.

En efecto, afirma que una de las principales dificultades que afrontan la población femenina rural es la invisibilidad de su papel en la sociedad. “Las mujeres en el campo tienen como rol la atención de los hijos, la chacra y el cuidado de los animales, y muchas veces no son visibilizadas”, comenta.

En este punto también coincide la gerenta de Conveagro, Giovana Vásquez, quien asegura que, a pesar de la importancia de la mujer en la agricultura, se pasan por alto sus necesidades y desafíos. Lo que lleva a que queden fuera de las políticas públicas.

A este problema se suma la masiva migración de la población masculina hacia la ciudad, las zonas mineras y al extranjero, dejando en desventaja a las mujeres que no pueden dejar el campo debido a que quedan a cargo de sus hijos.

“Las mujeres rurales llegan a las ciudades y sus posibilidades de insertarse en un trabajo son más limitadas. Hay menos ventajas para esa incorporación y para poder generar ingresos. Esa es la razón principal por la que los hombres tienen más posibilidades de emigrar”, afirma Vásquez.

Por su parte, Lucinda señala que este fenómeno ha privado a muchas mujeres de la posibilidad de acceder a capacitación o empleo. Además, destaca que ha conferido un “rostro de mujer a la agricultura familiar”.

Un factor que también agrava la vulnerabilidad de las mujeres en las zonas rurales es la temprana edad en la que se hacen madres, lo que reduce drásticamente sus oportunidades de mejorar su calidad de vida, afirma Quispeayala.

En relación con este tema, Giovana Vásquez señala que en el entorno rural existe una elevada tasa de analfabetismo entre las mujeres, lo que amplifica las brechas en cuanto al acceso a financiamiento, asistencia técnica y tierras.

En la actualidad, solo el 48,9% de las mujeres dedicadas a la agricultura completaron la educación primaria, en contraste con un 52,7% en los hombres. Además, las cifras revelan que únicamente el 33,7% de las mujeres son propietarias de tierras, frente al 66,3% de los hombres. Asimismo, solo un 26% ha recibido capacitación y apenas el 24,2% solicitó algún tipo de crédito.

En ese sentido, Vásquez subraya que es necesario que desde el Gobierno se incluyan presupuestos exclusivos para las mujeres rurales, capacitación en enfoque de género y servicios diseñados específicamente para atender sus necesidades a lo largo de todo el país.

Proyectos no son suficientes

Enfoque. Lucila Quintana, coordinadora nacional de la Junta Nacional del Café

En el sector rural hay una acentuación mayor de la presencia femenina dentro de las actividades. Ahí las mujeres rurales están totalmente expuestas a la vulnerabilidad climática que estamos teniendo ahora. También afecta la falta de conectividad.

Además, en cualquier producto agrícola y pecuario, la mujer es la que lleva la mayor responsabilidad, lo cual es demasiado aceptado, ya que no tienen otra opción.

Lo que existe es que también, dentro de la participación que las mujeres tienen en el campo para garantizar el proceso productivo, no cuentan con una intención de mecanizar el campo con instrumentos de producción básicos para aligerar su esfuerzo.

No hay mecanización en el campo, por un lado, y, por otro lado, tampoco hay inclusión financiera para ellas, excepto algunos programas sobre la Estrategia Nacional de las Mujeres Rurales que han implementado.

En esa condición, hay proyectos que están involucrando a las mujeres, pero que no son del todo suficientes.

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