Francisco Eguiguren considera que la Carta Magna de 1993 ha llegado a su fin y la crisis política que vive el país, desde el 2016, evidencia la necesidad de reformar varias instituciones políticas. El constitucionalista apunta que el Congreso no tiene legitimidad para hacerlo. Estos cambios, agrega, deben ser ratificados con un referéndum.
— Un comentario suyo es que en el país nunca tuvimos un momento constituyente en un contexto democrático. ¿Esto aplica para la coyuntura actual?
— Yo lo digo como algo lamentable, que desvirtúa todo este mito que hacen del proceso constitucional. Con ciertas características, las constituciones de 1979 y 1993 se dan en contextos de gobiernos de facto. Por un lado, en un régimen militar y, en el segundo caso, tras el autogolpe de Fujimori. Se manejó, en ambos casos, como una salida política. Primero, para que las Fuerzas Armadas dejen el poder y, en el caso de Fujimori, para quedarse, porque establecieron la reelección inmediata.
— ¿El contexto actual qué tan democrático o no es para ir a un proceso constituyente?
Hay un sector que no quiere una asamblea constituyente. El problema es que en la mayoría de los casos en el Perú y en el derecho comparado, los procesos constituyentes normalmente se dan en periodos de profunda crisis política e incluso de guerra, como es el caso de países de Europa. ¿Todo esto que vivimos en el país no revela una profunda crisis política?
— ¿Coincide en que el último momento constituyente en el país se dio cuando Henry Pease encabezó una comisión para formular propuestas hacia una nueva Constitución?
— Por supuesto, pero eso viene de un poco antes: Valentín Paniagua convocó a un grupo plural. Yo estuve en el comité ejecutivo. Entonces, nos dio un mes y se formuló posibles reformas a la Constitución de 1993, pero el tiempo era muy corto. Por eso, el Congreso, con Henry Pease, Jorge del Castillo y otros, emprende la reforma total de la Constitución y esto fue objeto de dos sentencias en el Tribunal Constitucional, donde se señala que sí se puede, pero conforme pasó el tiempo perdió el interés.
— Con la crisis actual, ¿qué le parece que el Congreso esté asumiendo el debate y aprobación de reformas de la Constitución en materias de fondo sobre el sistema político?
— La bicameralidad, por ejemplo, es una reforma trascendental, pero ¿por qué lo quiere hacer este Congreso, desprestigiado y cuestionado en su legitimidad? Hay intereses concretos, lo hacen para resolver su situación futura. Ellos saben que pronto se irán, ya sea el 2023 o el 2024, y en su cabeza está la bicameralidad y la reelección, temas que deben ser debatidos por un cuerpo constituyente que no esté resolviendo su interés inmediato.
— ¿Usted respalda, entonces, la opción de conformar una asamblea constituyente?
— ¿Por qué este Congreso cree que puede hacer mejor las cosas, que una asamblea constituyente elegida ad hoc? Una asamblea constituyente puede ser elegida para cumplir ese mandato específico de redactar el cuerpo constitucional. Pueden elaborar el texto y se van a su casa, sin pensar en el interés personal. Ahora, el remedio puede ser peor que la enfermedad, pero también puede ocurrir lo contrario. El mal ya lo conocemos. Este Congreso piensa solo en lo inmediato. En este Congreso, apenas se instalaron, la mayoría ya tenía en agenda vacar a Pedro Castillo y, bueno, este hizo todos los méritos para que eso ocurra.
— Usted plantea que esta Constitución del 1993 ya llegó a su etapa final, ¿por qué lo dice?
— En verdad, la Constitución de 1993 recoge dos tercios del texto de la Constitución de 1979. No había necesidad del cambio. Lo hicieron como salida, luego del autogolpe. También para modificar el régimen económico. La Constitución de 1993 ha llegado a su fin. Hemos cumplido el bicentenario y qué importante hubiera sido trabajar la Constitución del bicentenario. Lo que ha pasado en el país desde el 2016 evidencia una prolongada crisis. Hay cosas que se deben repensar como la disolución del Congreso, el uso de la cuestión de confianza, el sistema de la unicameralidad o la reelección.
— Son instituciones políticas claves que suponen una mayor reflexión, además.
— Claro. Se acordará que el Congreso aprobó el retorno a la bicameralidad y votaron más de la mitad, y eso obligaba a que se someta esa reforma a consulta o un referéndum. Pero temen hacerlo, porque están desprestigiados. Iban a modificar dos tercios del régimen político y querían hacerlo con 87 votos, para no convocar a referéndum.
— ¿Estas reformas necesariamente deben ser sometidas a referéndum?
— Este tipo de reformas tienen que aprobarse con un referéndum, por la trascendencia.
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— Ahora, una demanda expresada en las protestas sociales es la convocatoria a un referéndum, para que la ciudadanía decida si se convoca o no a una asamblea constituyente. ¿Es necesario incorporar alguna reforma constitucional para abrir esta opción de consulta?
— Hay una exigencia popular y no cuesta nada incluir, en la nueva elección, una papeleta donde se pregunte sobre una nueva Constitución redactada por la asamblea constituyente. Se debe preguntar. Este Congreso le ha negado a la ciudadanía el derecho del referéndum.
— ¿Cuál sería el mecanismo legal o constitucional para dar viabilidad a este posible referéndum, tomando en cuenta los ajustes que hicieron?
— No requiere de reforma constitucional. Se puede usar el mecanismo del referéndum, porque estamos en una situación emergencia. Además, se aplicaría la lógica de una consulta donde no se está sometiendo a aprobación una reforma constitucional.