Por: Jesús Yupanqui
Rosbil Guillén es un ejemplo de superación. El oro que brilla en su pecho representa el compromiso que siente por el Perú. Si alguna vez dudó en dejar la populosa ciudad de Lima para viajar a Huancayo e iniciar sus entrenamientos en el paraatletismo, ahora tiene la certeza de que el esfuerzo valió la pena. El tiempo le está demostrando que no se equivocó. Ahora solo le queda sonreír, disfrutar de estos momentos de felicidad para que pueda seguir escribiendo historias de gloria en el deporte nacional.
Ayer el estadio de Atletismo de la Videna se convirtió en una verdadera fiesta. El público vibró con cada paso de Rosbil, se conmovió con su esfuerzo y lloró cuando el himno nacional empezó a retumbar el recinto deportivo. El atleta que nació en el pueblo de Huaytará no tenía en sus planes participar en Lima 2019, pero decidió afrontar este reto y luchar hasta el último segundo para regalarnos una presea en los Juegos Parapanamericanos.
La vida como el deporte te dan revanchas, es una frase que Rosbil puede dar fe. El domingo ganó la presea de oro en 5000 metros, pero su guía lo soltó en el último tramo de carrera y los jueces lo descalificaron. Esto generó que el ecuatoriano Darwin Castro, quien llegó segundo, se quedara en el primer lugar del podio.
Ayer ese episodio se repitió. El atleta peruano llegó segundo en 1500 metros con un tiempo de 4m23s88c, registrando su mejor marca personal. El representante de Ecuador ocupó el primer puesto, pero los jueces lo descalificaron por portar mal la cinta de sujeción, otorgando al peruano la medalla de oro. El peruano Luis Sandoval quedó cuarto.
“Es una felicidad recuperar la medalla que perdí en los 5000 metros. Este triunfo se lo dedico a mi país”, indicó Rosbil, con una sonrisa. Esa medalla de oro que brilla en su pecho será la luz que iluminará su camino en esta aventura que decidió recorrer en el 2016.
Más apoyo. Rosbil indicó que no recibe apoyo económico del IPD. El atleta debe trabajar para sustentar sus gastos de los entrenamientos.