Política

Cristóbal Aljovín: “Hay una política de suma-cero; si yo gano, tú pierdes: se ha perdido el centro”

El historiador Cristóbal Aljovín de Losada ofrece en esta entrevista su visión sobre los complicados momentos políticos que atraviesa el Perú. Su diagnóstico es que en un juego de polarización extrema —de suma cero—, la posibilidad de construir un espacio de entendimiento se ha diluido.

Ajedrez. Aljovín señala que lo que se aprecia en la política es que todo está "jaqueado". Foto: Gerardo Marín/ La República
Ajedrez. Aljovín señala que lo que se aprecia en la política es que todo está "jaqueado". Foto: Gerardo Marín/ La República

Usted es historiador, pero lo traigo al presente. ¿Qué evaluación hace de la situación actual?

Lo que más me alarma es que de algún modo todo está jaqueado, el Congreso y el Ejecutivo. Hay una política de suma-cero, si yo gano, tú pierdes: se ha perdido el centro. La política a veces es así, claro, pero se ha acentuado, y cuando se ponen de acuerdo muchas veces es para cosas desagradables, como lo sucedido con el sector de Transportes.

¿Se ponen de acuerdo para lo malo?

Digamos, sí, por intereses subalternos. Veo que no hay un espacio de diálogo. Los extremos son fuertes y la construcción de un espacio al centro sería importante porque permite articular, dialogar. Todo está jaqueado, más allá de que se considere de que hay mucha incompetencia por parte del Gobierno. No es que estén llevando una agenda muy clara. Ahora, es verdad que la elección fue una tómbola, ha podido salir cualquiera, porque los candidatos subían y bajaban como un carrusel. Hay un tema coyuntural, pero también estructural.

¿Por qué estructural?

Estructural en el sentido de que los partidos políticos han perdido vigencia, representación, estabilidad.

Eso ya desde hace tiempo.

Es verdad. Pero antes, no te digo que fuera una maravilla, pero eran partidos donde había una estructura de gente que aguantaba más un gobierno. Vuelvo sobre lo anterior, cuando digo que se ha perdido el centro es que nos hemos polarizado, eso se nota en el Congreso. No creo que Fuerza Popular, Avanza País, o Renovación Popular impliquen un centro, ni tampoco la retórica de buena parte de Perú Libre. No hay puntos de encuentro mínimos. Por supuesto que la oposición siempre será oposición, pero todo depende de cómo la administras, ¿correcto?

¿Y sería posible que haya puntos de encuentro? ¿O es un pesimista?

Yo, personalmente, soy pesimista…

¿Por naturaleza?

No, no por naturaleza. Yo quise mucho a Pablo Macera y él sí era pesimista por naturaleza. Yo no he cultivado el tremendismo. Pero si yo apostara contigo, diría que veremos a un gobierno bastante neutralizado, con poca agenda, al que le va a costar sacar las cosas, no solo jaqueado por la oposición, también jaqueado por él mismo. Porque dentro del Gobierno también hay grupos extremadamente conflictivos. Por un tiempo determinado va a ser como una congeladora, cuando el Estado tiene que moverse. Es como un stand by.

¿Percibe la amenaza comunista de la que nos advirtieron?

Este es un gobierno muy débil y muy fragmentado dentro de él mismo. Es muy complicado…

¿Que emerja un proyecto autoritario?

El peligro más bien es el de un gobierno extremadamente mediocre por los problemas que muestra día a día. Mira la caída constante de ministros. Tú ves que es un gobierno que no calienta…

¿Que no carbura?

Esa es la palabra.

Gabinete de Mirtha Vásquez

Segundo gabinete del presidente Castillo, encabezado por Mirtha Vásquez. Podría recibir el voto de confianza, pero tiene un problema: Barranzuela. Foto: Sepres

Eso del lado del Gobierno. Del lado del Congreso, no se percibe nada…

Nada admirable tampoco. También, imagino, que un problema ahí es que la popularidad del Congreso es difícil de mantener. Es más sencillo hacer subir la imagen de un Ejecutivo. Te digo algo, la verdad me es difícil hacer una entrevista porque me siento fuera de esta representación. Son mundos que no entiendo mucho…

Creo que a mucho les pasa. Yo percibo que la sensación es de confusión.

Posiblemente a los que les gusta la política, muchos de ellos están confundidos. Yo me siento no solo no representado. Yo soy racional y calculador, en el sentido de que esperaría que un actor como el Congreso, si quiere jugar duro, lo sepa hacer. Lo mismo con el presidente. ¡No tienen ni la frialdad de un político! López Aliaga dice que va a vacar a Castillo. Bueno, no lo dices, lo haces. Entonces, acá no se ve una lógica de comportamiento político, ya no digo de astucia política. Es como que todos fueran novatos…

Y precarios.

Y precarios, sin ninguna visión clara de país. El plan que trajo Castillo no era el más adecuado, no se ve un norte. Y en la oposición tampoco se ve que haya un mínimo de norte, de ideología clara. Por ejemplo, juntarse con Vox. ¿Para qué es eso? ¿Para conseguir votos en Miraflores y en San Isidro y en Opus Dei? Esos votos ya los tienen.

¿A partir de lo visto en el pasado se podía vislumbrar lo que vemos ahora?

Lo que hay es una crisis política que se alarga y se alarga. Estaba todo el escándalo de Lava Jato que deslegitimó el sistema, particularmente del centro y de la derecha. Aparte, hay un sector de la población que siente que no recibió lo que correspondía del crecimiento económico. Y a eso súmale la pandemia, que golpeó a la gente en vidas y en términos mentales también. Eso genera una situación de estrés. Hay factores que, sí, vislumbraban un futuro complicado, no tan positivo. Lo que sí es mentira es cuando alguien te asegura “el futuro va a ir por ahí”. Cada presente te genera un conjunto de posibilidades. Los historiadores somo malos prediciendo el pasado y peor para el futuro.

¿Malos prediciendo el pasado?

Porque siempre nos van a cuestionar nuestras hipótesis. Tampoco creo que los otros científicos sociales sean mejores, ah. No es que me esté tumbando…

¿Su propia especialidad?

Así es. Eso lo tiene muy bonito Jorge Basadre en “El azar de la historia y sus límites”. Cada presente abre, no un montón de posibilidades, pero sí un abanico más grande de lo que uno cree. Tony Judt, un historiador especializado en Europa, pensaba en un futuro más agradable para ese continente de lo que es ahora. Se equivocó. Y Judt es uno de los grandes, para muchos el gran experto de la historia europea, desde la Segunda Guerra Mundial hacia la actualidad. Y eso es porque hay un conjunto de opciones que se van abriendo. Mira la pandemia, y la disrupción económica, política y social que ha generado.

Que ha hecho que los cálculos iniciales…

Se vayan al demonio.

Incluso los cálculos más pesimistas empeoran con algo así.

Así es. Obviamente el pasado es importante, te dice algo del futuro; sin embargo, el abanico de opciones en el presente se abre.

Su libro Historia de las elecciones, el que edita con Sinesio López, es una importante fuente de consulta. Como sabe del tema, le pregunto: se dice que esta elección, la de 2021, ha sido la más complicada de todas. ¿Está de acuerdo?

No estoy muy seguro. Tendría que pensarlo. Ha habido varias elecciones complicadas en el siglo XIX también, aunque de diferente índole.

Lo planteaba por la narrativa del fraude, por ejemplo.

Claro, lo que ocurre es que antes la posibilidad del fraude era muy grande, te hablo de hace 30 años atrás. La palabra “fraude” siempre es llamativa. Esta vez se levantó de manera poco seria, aunque no ha sido la primera vez.

Leí un artículo suyo en el que reflexiona sobre las relaciones peruano-bolivianas, a propósito de Evo Morales. Es interesante, porque más allá de lo que pueda decirse ahora, hay un encuentro entre ambos países que tiene largo tiempo.

Es que una cosa es cuestionar a Evo Morales. Puede ser que a ti no te guste él, y tampoco es que sea Maduro, ¿no? Ha tenido errores serios, pero no te “quema”. Hay gente que lo puede aceptar gustoso. Es más, puedes discutir a Morales en términos ideológicos. Sin embargo, lo que sí es verdad es que el sur andino y Bolivia sí han interactuado muchísimo. Uno lo podría jalar hasta la época prehispánica, pero si no te quieres ir tan lejos en toda la época republicana han tenido hasta proyectos en conjunto. La población en Puno y la del otro lado del altiplano se miran cara a cara y comparten experiencias, ilusiones, si bien de diferente grado o intensidad…

Pero las comparten.

Y pueden estar a favor o en contra; sin embargo, existen. Lo que Evo Morales representa es algo real, en Bolivia y en el Perú, y son vínculos que han sido tejidos por siglos. Y cuando Evo Morales deje de tener importancia política, otros tejidos continuarán, de izquierda, de derecha, nacionalistas, lo que quieras. Es algo que ya se encuentra sellado por la historia, por la sociedad. Decir que es algo raro es mentir.

Usted tiene interés también por la derecha. Últimamente vemos movimientos radicalizados de ultraderecha a los que se les llama fascistas. ¿Está de acuerdo con la descripción? ¿Hay un proto fascismo peruano?

Cada quien usa las palabras como quiere. Ahora, si la pregunta es desde el punto de vista académico, la respuesta es no. El fascismo es algo propio de la Europa entre guerras, es la concepción revolucionaria de derecha. Implica hasta la creación de un hombre nuevo, una transformación radical. El fascismo es el momento en el cual la derecha compite con la izquierda en términos revolucionarios. Por eso, si me preguntas como académico si hay fascismo acá, te diría que no hay. Dicho esto, si el término “fascista” lo quieres volver light, me parece bien, no tengo ningún problema.

¿A qué se refiere?

Decirle a alguien “fascista” es una expresión política, es un insulto político. A Trump, por ejemplo, le dicen “fascista”, pero los grandes estudiosos del fascismo critican eso y al mismo tiempo detestan a Trump. Lo mismo pasa con Franco: niegan que sea fascista, más bien lo consideran un dictador tradicional de derecha y criminal, porque mató a un montón de gente. Lo que vemos en el Perú son grupos de derecha violentos y radicalizados y autoritarios. El autoritarismo y la verticalidad pueden ser características del fascismo y, también, de otros grupos políticos.