Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora...
Cuatro meses antes de las elecciones del 2016, Pedro Pablo Kuczynski era sólo ese viejecito de nombre impronunciable que había sido ministro de Economía de Toledo y que causaba risa cuando hablaba de sus aspiraciones presidenciales. Nadie hubiera imaginado que pasaría a segunda vuelta sólo porque las candidaturas de Julio Guzmán, César Acuña y, luego, Alfredo Barnechea -los favoritos previos- serían dinamitadas por diferentes motivos, desde un affaire demasiado candente hasta un malhadado trozo de chicharrón.
Pocos meses antes de las del 2011, Ollanta Humala era el peligroso mal mayor que había sido derrotado, el 2006, por Alan García, quien, a su vez, semanas antes de esas elecciones, iba muy atrás de la gran favorita de entonces, Lourdes Flores, quien se fue cayendo por culpa de un piscinazo y cuatro palabrotas en un audio chuponeado por Dios sabe quién.
¿Y qué decir del 2021? La gente se enteró de la existencia de Pedro Castillo cuando lo vio, bien ensombrerado, en el segundo debate presidencial del 30 de marzo -menos de dos semanas antes de la primera vuelta-, flanqueado por Hernando de Soto, Daniel Urresti y Ollanta Humala, candidatos que le llevaban ventaja en las encuestas del momento.
Unos días después, el Profe pasaba a segunda vuelta con el 19% de los votos válidos y su ascenso fue tan meteórico que, si la campaña duraba un mes más, podía hasta haber ganado en primera vuelta. Lo curioso es que, hasta ese momento, y por largos meses, el favorito de las encuestas había sido George Forsyth, quien finalmente ni siquiera llegó a pasar la valla.
Por eso, no veo razones para ponerse a especular cuál de los casi cuarenta candidatos presidenciales que acaban de lanzarse podría esta vez llegar a segunda vuelta y, menos, para hacer mucho caso de las encuestas que, por ahora, muestran un desmesurado crecimiento del no-voto (es decir, nulos, blancos, no sabe, no opina y no voto por ninguno) y una caída de los “favoritos” de los últimos meses -a saber, Rafael López Aliaga, Keiko Fujimori y Mario Vizcarra-, ninguno de los cuales hoy supera los nueve puntos.
Es tan prematuro especular que, mirando la larga lista de candidatos, prácticamente cualquiera de ellos podría, días antes de la primera vuelta, dar el gran salto por muy desconocido que hoy nos parezca. ¿Podría ser, acaso, don Wolfgang Grozo, del Partido Integridad Democrática? Podría. ¿O tal vez don Napoleón Becerra, del Partido de los Trabajadores y Emprendedores? Podría. ¿Y don Walter Chirinos Purizaga, del PRIN? También podría.
Y no sonría porque esos nombres hoy le sean totalmente desconocidos. Todo depende de que se encuentren justo en el momento y lugar correctos para que la mirada de los votantes se pose en ellos, precisamente porque, para la opinión popular, no cargan con ninguna mochila significativa.
Por cierto, hay otros nombres menos desconocidos que también podrían dar el batacazo, pero nuestra experiencia demuestra que sus posibilidades suelen ser inversamente proporcionales al grado de notoriedad que traigan. No olvidemos que el votante peruano, pese al riesgo, prefiere a aquellos cuyo prontuario es todavía una hoja en blanco, porque eso “garantiza” que no pertenezcan a la tan odiada “mismocracia”.
En ese sentido, los que la tienen más difícil son los partidos del detestado Pacto Mafioso, la pandilla que ha perpetrado, en estos años de manejo congresal, las peores tropelías contra el estado de derecho, la economía y la mínima decencia. Y no sólo hablamos de sus candidatos presidenciales, sino también a diputados y senadores, porque sobre ellos caerá siempre la sospecha de que, una vez en el Congreso, reeditarán las mismas artimañas o peores.
Pero son los presidenciales quienes no podrán pasar piola apelando al “yo no me responsabilizo por lo que hizo la bancada”, pues se supone que un candidato asume el activo y el pasivo de su partido. Así que recuerden sus nombres: Keiko Fujimori, de Fuerza Popular; Rafael López Aliaga, de Renovación Popular; Alfredo Barnechea, de Acción Popular; César Acuña, de Alianza Para el Progreso; José Williams, de Avanza País; Vladimir Cerrón, de Perú Libre; José Luna Gálvez, de Podemos Perú; George Forsyth, de Somos Perú; Roberto Sánchez, de Juntos por el Perú y Mesía Guevara, del Partido Morado.
Hay que recordarlos bien, aunque, amigos, no se agoten haciendo pronósticos, apuestas y franeleos anticipados. Lo más probable es que la campaña recién caliente en febrero o marzo y que el ganador, repito, termine siendo ese impensable candidato que aparezca en el momento justo y pase a segunda vuelta con el mal mayor que esté de moda. Lo fue Keiko en las últimas tres elecciones, pero quién sabe si tendrá una carta oportunidad y, menos, quién será el panetón al que se enfrente.
Si me obligaran a apostar, ahorita le apostaría lo mismo a Paul Davis Jaimes Blanco, Herbert Caller o a Charlie Carrasco. Total, a ninguno de ellos los conocen mucho más allá de su barrio y eso, en un país impredecible como el nuestro, resulta siendo todo un capital político.

Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora de reality show y, en radio, un programa de comentarios sobre tv. Ha publicado libro de autoayuda para parejas, y otro, para adolescentes. Videocolumna política y coconduce entrevistas (Entrometidas) en LaMula.pe.