Los candidatos de los líderes ultraconservadores y autoritarios que hoy buscan hacer campaña en las zonas sureñas del país están recibiendo el mismo trato que ellos dieron: rechazo. Rechazo a quienes los insultaron, los llamaron terroristas, los criminalizaron sin pruebas y pretendieron desconocer sus votos en 2021.
A partir de los últimos comicios, la estrategia del poder autoritario ha sido sembrar miedo y dividir al país. Desde la presidenta Dina Boluarte hasta los presidentes del Consejo de Ministros que la acompañaron, todos han sostenido la patraña del “terruqueo” para justificar la represión que dejó más de medio centenar de peruanos muertos durante las protestas ciudadanas.
Vale decir que este diario, desde siempre, condena la violencia de todo tipo, venga de donde venga. Y por ello, preocupa sobremanera que estas reacciones puedan moderarse. Una sociedad democrática no debe ceder a la violencia jamás.
Como prueba de ellos, es este resultado social alimentado por figuras y formas violentas de hacer política discursivamente como las que Phillip Butters y otros candidatos como Keiko Fujimori, César Acuña o Rafael López Aliaga , socios del actual pacto de poder. Todos ellos enfrentan hoy un creciente rechazo popular.
Representan un modelo que ha degradado la política usando la violencia discursiva como metodología, destruido la confianza en las instituciones y ampliado las brechas entre peruanos.
Estas actitudes de marginación hacia los ciudadanos de a pie no son solo un problema ético, sino también económico y profundamente social. La percepción de exclusión, inseguridad, abuso e impunidad afecta la vida cotidiana de millones.
Lo que dicen diversos recuentos estadísticos oficiales es que el verdadero terror proviene del abandono que el poder autoritario y antiderechos, dominado principalmente por la agenda radical, ha generado en el Perú.
Hoy, quienes terruquearon al Perú descubren que ya no intimidan a nadie. Su discurso perdió poder porque el pueblo aprendió a reconocer la mentira.
Al respecto, la caricatura de Carlín del día de ayer grafica con elocuencia el sentir del país a partir de la consciencia acerca de la responsabilidad de quienes hoy buscan zafarse de la rendición de cuentas sobre sus acciones en pro de la criminalidad.
Finalmente, será fundamental que los candidatos demócratas que busquen obtener la confianza de la ciudadanía puedan, además de presentar con claridad y coherencia sus ofertas electorales, moderar el debate y elevarlo para evitar que la violencia escale mucho más.