Congreso avanza en su blindaje final

Comisión de Ética será presidida por el parlamentario investigado por el caso Los Niños, Elvis Vergara.

La designación de Elvis Vergara, congresista de Acción Popular e investigado por la Fiscalía en el caso Los Niños, como presidente de la Comisión de Ética del Congreso constituye un ultraje a la inteligencia ciudadana. Es, además, una afrenta a la noción misma de integridad pública.

No se trata solo de un nombramiento polémico. Vergara acumula ya la presidencia de la Comisión de Fiscalización, concentrando en su persona dos espacios neurálgicos de control parlamentario. Ello ocurre pese a hallarse él mismo bajo sospecha de pertenecer a una organización criminal.

Cabe recordar que la paradoja no se explica sin recordar el blindaje del Pleno en mayo de 2023, cuando se archivó la acusación constitucional que buscaba inhabilitarlo. Detrás de aquella decisión se alinearon, con pasmosa complicidad, diversas bancadas. Entre ellas estuvieron Perú Libre, Acción Popular, Bloque Magisterial, Cambio Democrático, Podemos Perú, Somos Perú, Perú Bicentenario, así como sectores de Fuerza Popular y congresistas no agrupados.

El pacto transversal de protección mutua garantizó que Vergara, en lugar de rendir cuentas, escalara posiciones. Y el resultado es que un investigado por corrupción dirigiendo la comisión encargada de velar por la conducta ética de sus pares.

Y no solo es eso. Esta colocación muestra la incoherencia del actual Parlamento. ¿Cómo pueden explicar que se premie con cargos de control a un congresista investigado como presunto operador del expresidente Pedro Castillo, hoy recluido en prisión preventiva por graves delitos, aunque aun sin sentencia?

Dicho espacio encubre descaradamente a los aliados de la coalición autoritaria de gobierno. Al mismo tiempo, fustiga de manera ilegal a los adversarios, como sucede en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales.

La incapacidad ética del Parlamento es flagrante.

Los peruanos tienen hoy ante sus ojos un episodio que mancilla, una vez más, la dignidad del Parlamento y deshonra la memoria de aquellos padres de la patria que, desde 1821, enaltecieron el Palacio Legislativo con su servicio a la nación.

Estos congresistas, en cambio, pasarán a la historia reducidos a la pequeñez de su valía y acompañados siempre por el recuerdo imborrable del desprecio que demostraron hacia la Patria.