Socióloga y narradora. Exdirectora académica del programa “Pueblos Indígenas y Globalización” del SIT. Observadora de derechos humanos por la OEA-ONU...

Dina Boluarte en Santa Rosa no ayuda a la causa peruana en el exterior, por Irma del Águila

"La foto de Dina Boluarte abrazando a Juan Rivero Lazo, vinculado al macabro grupo Colina, echa más descrédito nacional e internacional sobre la presidenta del Perú".

Mientras Gustavo Petro llegaba a Leticia y declaraba alto y fuerte que no reconocía la soberanía del Perú sobre la “isla Santa Rosa”, Dina Boluarte estaba de gira por países del Asia. No por eso acortó su viaje. Ni un día. Siguió su periplo previsto por Japón, Indonesia y Corea, hasta el martes 12 de agosto.

El viaje de la jefa del estado peruano a Santa Rosa, el día 15, llega tarde a la cita y en un momento en que la Comisión Mixta (de Perú y Colombia) ha programado una reunión en el mes de septiembre, en un intento de la cancillería peruana por encaminar el incidente por la vía diplomática.

Hay que decir que la popularidad de Dina Boluarte es tan baja en el país (2%-3%) como deslucida en el exterior. A mitad de semana, el acto de promulgación en Palacio de la ley de la impunidad para miembros de las FF.AA. y de la PNP acusados de violación de  derechos humanos durante el conflicto armado; en particular, la foto de Dina Boluarte abrazando a Juan Rivero Lazo, vinculado al macabro grupo Colina, echa más descrédito nacional e internacional sobre la presidenta del Perú. A la promulgación de esta ley abiertamente inconstitucional se suman graves denuncias a cuestas por los asesinatos en las protestas sociales de 2022-2023, los escándalos Waiki-Rolex y otros. Boluarte no es, en definitiva, una figura que sirva de embajadora de Buena voluntad.

Así las cosas, ¿contribuye la presencia de Dina Boluarte a apuntalar la posición peruana en el exterior? Si en el mundo global el mensaje es la imagen, no. Una imagen por los suelos en la comunidad internacional no constituye un capital político que pueda exhibir el Perú al mundo.

De hecho, los medios afines a Gustavo Petro en Colombia y fuera de ella se han montado sobre la ilegitimidad y la impopularidad de Dina Boluarte para desvirtuar la posición de la cancillería peruana que, por cierto, ha sido la posición histórica de la cancillería colombiana hasta hace muy poco. En esos casos, se lanzan razonamientos en redes que buscan amalgamar el rechazo a la mandataria peruana con el descrédito de la perspectiva diplomática del Perú, por contagio emocional.

Y sin embargo, miradas las cosas en frío, la posición que sostiene el presidente Gustavo Petro es jurídica y políticamente insostenible: que la frontera sobre el río Amazonas se defina por el thalweg o trayectoria más profunda. Esto quiere decir que, como el río Amazonas cambia de curso continuamente, la frontera peruano-colombiana sería también “móvil”. Algo absurdo e inaplicable. Los tratados cierran fronteras de forma perpetua (o a eso se comprometen las partes).

Tampoco existe una “isla Santa Rosa”. Santa Rosa se desprendió parcialmente de la isla Chinería hacia 1965, pero el brazo del Amazonas que separaba ambas islas se secó hacia 2014. Es decir, que hoy el distrito de Santa Rosa es una localidad que hace parte geomorfológicamente de la isla Chinería.

No hay, pues, dos islas, hay una, Chinería, adjudicada al Perú por la Comisión mixta de demarcación de 1929. Las imágenes satelitales del 2025 no dan lugar a error.  Más todavía, el historiador Carlos Huaraj de la UNMSM mostró en un medio local el mapa publicado por el propio Instituto Geográfico Agustín Codazzi de Colombia del año 2017: en él, Santa Rosa es parte de la isla Chinería. En la base de datos del ICDE (Instituto Colombiano de Datos Especiales) del mismo año se consigna “Santa Rosa de Yavarí, Yavarí, Mariscal Ramón Castilla, Loreto, PER”. La soberanía peruana sobre Santa Rosa no era un asunto que levantara dudas en Colombia. Ampay Petro.

La inaplicabilidad y las imprecisiones del alegato del presidente Petro dan cuenta de lo improvisado del argumento, y alimenta las críticas de sus opositores en Colombia que ven en este y en otros incidentes (p.ej. la acusación de “fraude” que hizo del proceso electoral en Ecuador, incluso después de los informes de la OEA y la UE en contra y de la significativa victoria de Noboa, por 12%), cortinas de humo para desviar la atención de las varias crisis de su gobierno. Chivos expiatorios. 

De las pocas cosas rescatables de este incidente es la exposición del abandono histórico del Estado peruano. La mayoría de los hogares en Santa Rosa de Loreto no tienen agua y apenas una hora de luz al día; mientras que esos peruanos deben viajar al frente, sea a Leticia (Colombia) o a Tabatinga (Brasil) para recibir básicos servicios de salud. De ahí que los santarrosinos exijan la presencia del Estado peruano. De ahí la demanda largamente aplazada de estos peruanos de crear el distrito de Santa Rosa de Loreto (en julio de este año) que les permitirá contar con un presupuesto público propio, aunque exiguo, eso sí, pero sin tener que depender de los fondos que llegan a cuentagotas o nunca de Islandia (capital del distrito de Yavarí), a ocho horas en bote.

Se ha visto el uso instrumental del incidente en Santa Rosa para levantar ánimos patrioteros. Además de los ya aludidos, está el precandidato presidencial colombiano Daniel Quintero, quien llegó con tres lanchas y un equipo de producción cinematográfico para izar la bandera de Colombia en Santa Rosa. Se les ve la hilacha. De políticos, así y de los terremotos, líbranos, Señor.

Irma Del Águila

Por ahí

Socióloga y narradora. Exdirectora académica del programa “Pueblos Indígenas y Globalización” del SIT. Observadora de derechos humanos por la OEA-ONU en Haití. Observadora electoral por la OEA en Haití, veedora del Plebiscito por la Paz en Colombia. III Premio de Novela Breve de la Cámara Peruana del Libro por “El hombre que hablaba del cielo”.