La paz es posible

Francia anuncia que reconocerá al Estado de Palestina para romper con el ciclo de violencia en Oriente Medio.

El jefe de Gobierno de Francia abre un camino hacia una paz justa y duradera. Es, como debe reconocerse históricamente, un gesto humanista profundo.

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha anticipado que formalizará este reconocimiento ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre próximo. Sin embargo, más allá del simbolismo, lo que está en juego es una apuesta ética y estratégica global en tiempos de desconcierto, como los actuales.

Ante la tragedia humanitaria en Gaza, Francia ha propuesto un camino claro: alto al fuego inmediato, liberación de rehenes y ayuda humanitaria urgente. Además, contempla la desmilitarización de Hamás, la reconstrucción integral de Gaza y la constitución de un Estado palestino viable, que reconozca plenamente a Israel y contribuya activamente a la estabilidad regional.

En ese sentido, planteado así, parece una hoja de ruta exigente, y no una utopía. Una reivindicación paradigmática del multilateralismo basado en un compromiso inquebrantable con los derechos humanos.

Macron ha subrayado que este proceso no puede ser unilateral ni impuesto. Requiere la implicación responsable de israelíes, palestinos, europeos y demás actores con influencia geopolítica.

En tiempos marcados por la indiferencia y el cinismo político, esta iniciativa representa una esperanza lúcida, basada en el poder del diálogo, la diplomacia y el derecho internacional. De esta manera, Francia, coherente con su tradición diplomática y su vocación de potencia mundial con voz propia, busca ejercer un liderazgo catalizador dentro de una coalición global por la paz.

Es, sin duda, una alternativa que la comunidad internacional debe considerar con seriedad. Y, al mismo tiempo, la ciudadanía global debe exigir a sus líderes que estén a la altura del desafío.

La paz es posible. Pero requiere más que declaraciones: exige compromiso, coraje y visión. Francia ha dado un paso histórico. Puede que el mundo tenga la lucidez y la voluntad de acompañarlo.