Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora...

Arranchemus papam, por Maritza Espinoza

El presidente estadounidense parecía ignorar -y tal vez lo sigue ignorando- que el nuevo pontífice tenía doble nacionalidad: la del país donde nació como hijo de migrantes y la peruana, identidad que eligió en su madurez.

Desde el momento mismo en que el humo blanco del Vaticano anunció que teníamos nuevo papa, arrancharse al sucesor de Benedicto XVI como si fuese un billete premiado de la Tinka se convirtió en el deporte de moda. Y no es para menos. León XIV es, por sus orígenes, casi una especie de ONU con piernas. Nacido en Estados Unidos de padre francés con antecedentes italianos y madre española, tomó la ciudadanía peruana hace una década, no sin antes haber recorrido el mundo en su labor pastoral.

Por si fuera poco, habla varios idiomas a la perfección y su cálida sonrisa -que es lo único que, en realidad, todos conocemos de su personalidad hasta el momento- hace que cualquiera se sienta tentado de encontrar vínculos con él y, cómo no, alardearlo por calles, plazas y redes sociales, como lo han hecho nuestros compatriotas chiclayanos, que hoy hinchan pecho por su cercanía durante los años en que fue obispo de su ciudad.

El mismísimo Donald Trump fue uno de los que quiso reivindicar al nuevo papa como propio apenas se supo de su elección. "Enhorabuena al cardenal Robert Francis Prevost, que acaba de ser nombrado papa. Es un gran honor saber que es el primer papa americano. Qué emoción y qué gran honor para nuestro país. Estoy deseando reunirme con el papa León XIV. ¡Será un momento muy significativo!", escribió en su red Truth Social, poniendo en evidencia que, para los estadounidenses, América es solamente su país y que el resto del continente es “eso que queda debajo de México”.

El presidente estadounidense parecía ignorar -y tal vez lo sigue ignorando- que el nuevo pontífice tenía doble nacionalidad: la del país donde nació como hijo de migrantes y la peruana, identidad que eligió en su madurez. ¿Cuál es la más importante para él? Difícil decirlo, pero si nos guiamos porque, en su primer discurso como papa, prefirió hablar en español (además del italiano de rigor), puede que el Perú tenga más peso en su corazón. Digo nomás.

Por su parte, Gustavo Petro, el presidente de Colombia, metió el dedo en el asunto de la doble nacionalidad del papa como para ponerle un pare a los alardes trumpistas: “El nuevo Papa, León XIV, es más que un estadounidense. Sus ancestros inmediatos son latinos: españoles y franceses, y vivió cuarenta años en nuestra latinoamérica, en Perú.  Ojalá sea el gran líder de los pueblos migrantes en el mundo y ojalá, aliente a nuestros hermanos migrantes latinoamericanos, hoy humillados en los EEUU”, puso en Twitter el mismo día de la elección.

Hasta Javier Milei, el mismo personaje que insultaba casi por deporte al papa argentino, su compatriota (aunque al final lo llamó “el argentino más importante de la historia”, pero ese es otro cuento)”, se ha “chantado” con León XVI. Trepándose al carro de la fiebre papal y poniendo en evidencia su narcisismo, puso en Twitter una foto de un león con ropajes pontificios -ojo, él se llama a sí mismo “El león”- y la críptica frase: “Las fuerzas del cielo han dado su veredicto de modo claro. No más palabras Sr. Juez. Fin”. Nadie entendió un bledo. Habrá que volver a la ouija para preguntarle a Conan, su perro muerto.

Pero también están los jaloneos ideológicos que reclaman la proximidad papal para cada bando, pues se da la curiosa circunstancia de que lo reivindican por igual, como propio, los agnósticos de todo cuño identificados con su discurso antifujimorista y sus críticas a la prepotencia trumpista (especialmente en el tema antimigrante) cuando tuiteaba como @drprevost, como los católicos recalcitrantes que quieren verlo como un retorno a la institucionalidad eclesial que Francisco I puso en cuestión tantas veces.

Pero lo que ya resultó el colmo es que, en esta repartija papal, intentara entrar nada menos que doña Dina Boluarte, quien no sólo lanzó un paterísimo discurso apenas se supo de la elección de Robert Prevost como sumo pontifice, sino que ya empezó a hacer campaña para asistir a la ceremonia oficial de investidura papal el próximo 18 de mayo, algo que, a juzgar por los antecedentes, podría lograr.

Tal vez dentro de la burbuja en la que vive y cree que manda, Boluarte ignora que el nuevo papa, como buen peruano, conoce al detalle todas las trapacerías de su gobierno -comenzando por el medio centenar de compatriotas asesinados por orden de su régimen- y lo más probable es que, de lograr su capricho de asistir a Roma, se exponga a un desaire peor que el que le infligió Francisco I cuando se presentó en El Vaticano vestida de llorona limeña.

Además, si bien ostenta el título de presidente de este país, su representatividad, ahora más que nunca, es casi inexistente, porque, como ha revelado una reciente encuesta, hay regiones donde tiene 0% de aprobación (2% en promedio nacional), lo que la convierte en la mandataria más impopular de todo el planeta y alrededores.

Entretanto, León XIV, ajeno a los tirones que sufre su imagen desde todos lados, prefiere todavía no meterse en definiciones ideológicas ni afectivas. Lo único que parece indudablemente real es su amor por Chiclayo. Ah, y que, en las últimas elecciones, no votó por el fujimorismo.

Maritza Espinoza

Choque y fuga

Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora de reality show y, en radio, un programa de comentarios sobre tv. Ha publicado libro de autoayuda para parejas, y otro, para adolescentes. Videocolumna política y coconduce entrevistas (Entrometidas) en LaMula.pe.