Profesor visitante en el departamento de economía de la PUCP

La fiesta del trabajo: no mucho que celebrar para los trabajadores informales, por Javier Herrera


El 1ro de mayo, desde hace 136 años, se celebra el día internacional del trabajo. Se celebra y se conmemora al mismo tiempo, rindiéndose homenaje a los obreros mártires en Chicago que lucharon y consiguieron que la jornada de trabajose limite a 8 horas. Hasta ese entonces la jornada de trabajo se extendía hasta 12 horas o incluso 16 horas, no dejando cabida a la vida de familia o a las relaciones sociales. Esa victoria quedó plasmada en la legislación laboral obligando así a los patronos a respetarla. En el caso del Perú, la limitación de la jornada laboral también fue una conquista del movimiento sindicalista obrero a través de movilizaciones y la masiva huelga general de enero 1919 en la capital. El presidente Pardo cedió y promulgó la ley regulando la jornada laboral y Leguía en 1923 oficializa el 1ro de mayo como un día feriado. Pero, como se suele decir en el Perú, “la ley se acata, pero no se cumple" ¿cuán cierto es ello más de un siglo después?

Una característica del empleo en el Perú es la muy alta proporción de trabajadores independientes y de trabajadores familiares no remunerados en la población ocupada, que, por no tener una relación directa con un empleador, están fuera del alcance de las regulaciones y normas legales que protegen los derechos de los trabajadores frente a los empleadores. Según la Encuesta Permanente Nacional de Empleo (EPEN), en 2024, un poco más de la mitad de los ocupados son trabajadores ya sean independientes por cuenta propia (36.3%), trabajadores familiares no remunerados (12.1%) o patronos (3.8%). Menos de la mitad de trabajadores (47.6%) son asalariados, es decir si tienen relación con un empleador. Estamos muy lejos de muchos de los países de la OCDE en donde alrededor de nueve de cada diez trabajadores tienen un empleador y de países como México, Chile o Brasil, en donde los asalariados bordean el 70% de la población ocupada. 

Uno de los ejes centrales de las políticas de empleo de este y anteriores gobiernos ha sido la reducción de la informalidad y la promoción del empleo formal adecuado. La muy modesta reducción de la tasa de informalidad urbana se ha debido más al impacto del fuerte crecimiento durante el super ciclo de precios de minerales y metales que el Perú exporta antes que a las políticas de empleo. Así, según la enaho, dejando de lado la informalidad rural más ligada a la agricultura familiar, la informalidad urbana, durante el periodo de fuerte crecimiento económico (+5.2% en promedio 2004-2019), se redujo en apenas 0.5 puntos cada año (74.3% a 68.3%). Los datos de la EPEN revelan que el crecimiento de 3.3% del PBI en 2024 no redujo prácticamente en nada la tasa de informalidad urbana (de 65.5% a 65.4%). Si el gobierno quisiera reducir rápidamente la tasa de informalidad, debería comenzar por regularizar la situación de los trabajadores informales en la administración pública, que representan el 14.5% del total de los trabajadores informales del país. La caridad bien entendida comienza por casa.

Uno de los motivos de este débil impacto, además de la composición sectorial del crecimiento centrado en sectores debaja absorción de mano de obra poco calificada, ha sido políticas que no han diferenciado claramente los dos tipos de informalidad, que reflejan realidades muy distintas. Por un lado, tenemos a los informales en negocios no registrados y por el otro tenemos a los trabajadores informales en empresas formales, debidamente registradas ante la SUNAT pero que no declaran a todos sus trabajadores y que por ende no tienen contrato ni no gozan de beneficios laborales (vacaciones, gratificaciones, etc.). Los primeros representan tres de cada cuatro informales y el cuarto restante es un asalariado informal en empresas formales.

La preponderancia de trabajadores independientes, con muy pequeños negocios de baja productividad está relacionada a la informalidad de sus emprendimientos. Nueve de cada dieznegocios de los independientes urbanos son desconocidos para la administración tributaria. Cuando en la ENAHO 2023 se les interroga por qué razón son informales, seis de cada diez declara que es por no tener otras opciones mientras que los cuatro restantes responden ser informales por elección propia(tradición familiar, obtiene mayores ingresos o quiere ser independiente). Y respecto a las razones de no haberse registrado ante la SUNAT, estamos muy lejos de las explicaciones generalmente aducidas acerca de los elevados costos de formalización. Tan solo uno de cada veinte indica que los costos y las barreras administrativas fueron las razones de la no formalización; para el 95% restante, la formalización no es considerada necesaria o no debe aplicarse a su negocio(por ser demasiado pequeño, eventual o no necesario). Debemos invertir el sentido de la causalidad: las empresas informales se formalizarán cuando hayan logrado sobrevivir y desarrollar su productividad, crecido y entrado en la cadena de valor de empresas formales o hayan logrado exportar su producción. En esos casos requerirán emitir facturas, hacer trámites ante las aduanas, etc. La formalización es una en mayor medida consecuencia del desarrollo de las empresas y no de las barreras y costos administrativos.

En cuanto a la informalidad laboral de los asalariados del sector privado, si la empresa no se encuentra registrada ante la SUNAT, se trata de una empresa informal y por ende todos sus trabajadores son informales y ninguno estará registrado en la planilla electrónica. La EPEN revela que un poco más de 9 millones y medio de trabajadores son informales en empresas informales, lo que representa el 55.7% del total de ocupados. Otra categoría de informales es la de los asalariados en empresas formales en donde para más de la mitad de ellos las leyes de protección de los derechos laborales es una quimeraya que sus empleadores han preferido ocultarlos no solamente para evadir el pago de las cotizaciones sociales, sino tambiénnegarles los beneficios sociales (licencia de maternidad, vacaciones pagas, CTS etc.).

Se argumenta a menudo que la informalidad laboral se debe a que las empresas no pueden soportar los mal llamados “sobrecostos” laborales en razón de su pequeña escala y reducido valor agregado. Dicha explicación es plausible en el caso de las pequeñas y medianas empresas más no para las de gran tamaño. En 2023, uno de cada cinco trabajadores en empresas con entre 50 y 100 trabajadores son informales. Y en aquellas de más de 100 trabajadores, la proporción es de alrededor de uno de cada diez trabajadores. ¿Cómo explicar esta situación? Varias respuestas, no necesariamente excluyentes, son posibles: la política del “cholo barato” en donde es más fácil abusar de los derechos de los informales (jornada laboral, pago de horas extras, trabajo peligroso, horarios nocturnos sin compensación, no pago de vacaciones ni gratificaciones), ante la débil fiscalización de la SUNAFIL. Otra posible explicación tiene que ver con la necesidad de la parte de las empresas de contar con un contingente flotante de trabajadores que puedan ser despedidos fácilmente según la coyuntura de la empresa, pues el despido de los formales implica un costo monetario y en tiempo de ejecución. Se necesitan más investigaciones para deslindar el peso de ambas explicaciones.