La persistencia de Benjamín Netanyahu no le ha permitido recuperar el prestigio perdido, pero sí cierta aprobación política. Negarse a todo arreglo con sus enemigos le permite a Israel conocer algo parecido a una forma transitoria de victoria. Pero el precio de esto ha sido un año de acumulación de frentes de batalla en el Medio Oriente.
Todavía no estamos ante la guerra total que se pronosticó para la región, pero Israel ya está en guerra con todos los suplentes de Teherán —Hamás, Hezbollah y los hutíes—, y prácticamente también con Irán mismo. Mientras lleguen misiles a los mercados de armas en esa zona, no se ve cómo podrían llegar a un final esas hostilidades.
Quizás el principal logro de Netanyahu ha sido poder aferrarse a un fuerte apoyo estadounidense que por un momento parecía encaminarse a disminuir significativamente. Ahora, la eficaz campaña de asesinatos tecnológicos a dirigentes chiítas no viene causando el mismo rechazo que ha tenido, y sigue teniendo, la masacre en Gaza.
Gaza le ha impedido a Tel Aviv imaginar siquiera un apoyo de los reinos sunitas, como es la rica y bien armada Arabia Saudita. El sangriento atentado de Hamás el siete de octubre pasado fue una obvia provocación para impedir el acuerdo entre Israel y Arabia Saudita, que ya se estaba gestando, con el evidente beneplácito de Washington.
La tozudez de Netanyahu y la situación en Ucrania le están impidiendo a Occidente asumir posturas decisivas en los asuntos de la región. Así ha ocurrido a lo largo del año que viene durando la guerra, y nada indica que las cosas vayan a cambiar pronto. Porque los recientes golpes de Israel son dramáticos, pero no parecen decisivos.
Tampoco fue decisiva la masacre terrorista de Hamás a vecinos israelíes a comienzos de octubre pasado. Fue una versión pobre del atentado de Al Qaeda en 2001, que tampoco tuvo algún efecto militar inmediato, pero llevó a la guerra contra Irak. El terrorismo islamista todavía está donde estaba antes, soñando con califatos.
En algún momento, Irán va a tener que dejar de usar bandas suplentes e ir directo a la guerra. Teherán parece estar postergando ese momento lo más posible. Su ensayo de hace un par de meses terminó en un reguero de misiles interceptados por Israel.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).