De cara a las futuras elecciones, ya sea que los partidos se terminen de articular en algunos frentes (cosa que se terminará de definir en la segunda mitad del próximo año) o que postulen de manera autónoma, las agrupaciones que participen en la próxima lid electoral necesitan conectar de alguna manera con la ciudadanía.
Ante la eliminación de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), el reto de hacerse un espacio en el interés ciudadano será todavía más grande que en las elecciones del 2021. La fragmentación de la oferta se combinará con la fragmentación de la demanda, aunque es cierto también que, en el proceso, la gente irá descartando algunas opciones para terminar de elegir entre un grupo menor de posibilidades. En la primera vuelta el anti es importante, pero de manera más vaga porque igual le quedarán varios para elegir entre los no rechazados.
En un entorno político cada vez menos institucional y más personalizado, la imagen que logre posicionar el o la candidata tendrá un peso muy importante en la decisión que las personas tomen a pocos días del acto de votación. Un proceso donde lo emocional tiene un lugar muy importante, más aún porque nadie cree ni vota por programas que pocas veces se cumplen. Se vota por o contra candidatos, y en alguna medida también por o contra marcas partidarias y temas de interés. La desconfianza, el rechazo, la esperanza o la apuesta descreída no toman en cuenta programas de gobierno.
En primera instancia, se podría pensar que cualquiera que no sea alguno de los actuales actores políticos presentes en el Congreso tendría una audiencia asegurada. Sin embargo, esta idea debe ser matizada. Por un lado, no todas las nuevas agrupaciones están conformadas por nuevos políticos y, más grave aún, parte del gran problema que hay con relación a la desconfianza política existente es que la ciudadanía se muestra disgustada no solo con los políticos actuales sino con la política en general. Esto tiene diversas repercusiones, una de ellas es la disminución del consumo de noticias políticas, en particular, si vienen de fuentes tradicionales. El giro hacia los medios digitales no solo es un cambio de canal, sino de contenido y de estilo de interacción entre el votante y quienes quieren relacionarse con ellos. Recién se está comenzando a estudiar en detalle las consecuencias de este nuevo escenario y el efecto que puede tener la incursión de diversos personajes políticos en una pantalla que se usa para informarse, pero donde el entretenimiento tiene un importante espacio.
En un artículo anterior mencionamos a las mujeres amas de casa como uno de los grupos más desconfiados hacia la política y los políticos. En ellas no prima tanto el anti como la desconexión y el desafecto hacia la política, porque no se espera mucho de los partidos o de los políticos en general. Eso no quiere decir que no tengan cuentas pendientes, pero perciben que mejor guardan sus energías para cosas más urgentes. Este es uno de los segmentos que las diversas encuestas electorales siempre muestran como los últimos en definir por quién votar. Señalamos también que, en un sondeo realizado en mayo de este año por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), los jóvenes y las personas que residen en regiones fuera de Lima fueron quienes estuvieron más de acuerdo con que es posible que surja una persona o partido que lidere un cambio positivo para el país. ¿Qué caracteriza a estos segmentos que todavía albergan expectativas positivas de cambio?
Si hablamos de jóvenes, en un sentido amplio, tenemos que la población electoral que tiene entre 18 y 39 años en Perú es, aproximadamente, la mitad del electorado. Se suele hablar de millennials y centennials para hacer referencia a estos grupos, pero esas categorías explican más en sociedades menos heterogéneas que la nuestra. Hay importantes diferencias por macrozonas, sexo, nivel socioeconómico y actitudes hacia la política, por mencionar algunos temas. Sin embargo, sí es cierto que hay aspectos en común.
Es un segmento que se informa y expresa básicamente a través de medios sociales, el crecimiento de TikTok se da en estas edades. Su lenguaje es el audiovisual. Es una generación que valora la autenticidad en todo lo que se le ofrece, la mentira o la incongruencia pasan la factura. Tiene una particular sensibilidad hacia los temas de medio ambiente y en términos de actitudes hacia asuntos societales (matrimonio entre parejas del mismo sexo, derecho al aborto, etc.) son, en su mayoría, más liberales que las personas de mayor edad. El empleo es una de sus inmediatas preocupaciones y muchos han terminado buscando alternativas fuera del país. Es un sector que no se ha consolidado en un movimiento social. Más bien, aparece y desaparece en función a temas de particular interés expresivo (recuérdese la movilización contra la llamada ley pulpín o, más recientemente, las marchas pidiendo la renuncia de Merino). No todos, pero entre los interesados en tener algún tipo de participación social o política, se percibe que no es fácil encontrar canales para ello. Algunos forman parte de colectivos o grupos de voluntariado independiente.
Más que desafección, lo que prima es un fuerte rechazo a los grupos políticos. Están conectados, pero desde la bronca. Y no todos canalizan este sentir de manera democrática. En la encuesta de julio del IEP, dos tercios de este segmento consideraba que un golpe de Estado militar se justificaría para luchar contra la corrupción. Este es otro de los grupos que será protagónico en las próximas elecciones.
(*) Psicólogo social de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima
Profesor e investigador en la Universidad de Lima, Facultad de comunicación. Doctor en Psicología Social por la Universidad Complutense de Madrid y miembro del comité consultivo del área de estudios de opinión del Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Viene investigando sobre cultura política y populismo.