La decisión de Ana Estrada de morir con dignidad se ha cumplido. La activista ya descansa en paz, sin los problemas de salud que enfrentaba debido a la polimiositis que la afectaba. Se ha marchado, pero su ejemplo servirá para quienes, como ella, son víctimas de enfermedades terminales o afecciones que representan un deterioro consistente y definitivo de la salud y de las condiciones en que se vive en las últimas etapas de esta clase de dolencias.
Ana Estrada ha hecho uso de su libertad, aun frente a un Estado que quería limitarla en el ejercicio pleno de esa libertad. Una opinión pública que en parte enjuició la decisión desde la moral o la religión. E incluso una resistencia institucional proveniente de los sectores de justicia o de salud. Finalmente, ha ejercido su voluntad a plena conciencia y con una firmeza que es digna de encomio.
La aplicación del ‘Plan y protocolo de muerte digna’, establecido por Essalud, fue logrado con base en esa constancia de la que hizo gala la activista. Ella, con su ejemplo, constituye un hito histórico en el ejercicio pleno de los derechos humanos, es decir, a lo largo de todo el ciclo de vida, incluso en esa etapa de la muerte, en la que reclamamos para todos dignidad.
PUEDES VER: Forjando a los futuros candidatos
Este entendimiento tendrá que crecer y consolidarse. Hay aún mucho camino hasta lograr que dejemos atrás un Estado confesional, atado en sus políticas públicas por limitaciones y resistencias internas motivadas por criterios que no aplicarían en otro contexto. En la comunicación que dio a conocer la muerte de Ana Estrada se señala que “ella murió en sus propios términos, conforme a su idea de dignidad y en pleno control de su autonomía hasta el final”.
Hay que agradecer la vida de Ana Estrada y, al tiempo de movilizar sentimientos de compasión y empatía, reconocer que existen casos que reclaman igual derecho. Es el caso de María Benito, que también ha obtenido la licencia para rechazar los tratamientos médicos que la mantienen con vida y optar por la muerte digna. María sufre de esclerosis lateral amiotrófica.
Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.