El impase entre Ecuador y México luego de que Andrés Manuel López Obrador lanzó sus típicas bravatas con aire de gamonal continental cuando protege al jet set de la delincuencia regional, y Daniel Noboa respondió con una inaceptable invasión a la embajada mexicana en Quito, es una nueva expresión del deterioro de la diplomacia latinoamericana.
Hubo un tiempo en el que la política internacional regional era un espacio de confrontación, como hoy, pero con la diferencia de que los intereses entre naciones se aireaban con eso que se llama ‘buena educación’, mientras ahora parece diálogo de borrachos en la madrugada en cantina de mala muerte.
Los procesos degenerativos no ocurren de un día para otro, pero hay una fecha, el 10 de noviembre de 2007, en la XVII cumbre iberoamericana de Santiago, en la que Hugo Chávez interrumpía reiteradamente y con majadería al presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, hasta que, con razón, Juan Carlos I le dijo “¿por qué no te callas?”.
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Desde entonces, todo viene cuesta abajo. En comparación con Chávez, Nicolás Maduro proyecta modales de estibador. El insulto se ha normalizado. Javier Milei y Gustavo Petro se chavetean en sus intercambios ideológicos, y el colombiano se hace el ofendido olvidando sus agravios e intervenciones indebidas al Perú, en complicidad con su máster AMLO, un par de trogloditas.
Algunas hipótesis para explicar la degradación. Primera, la calidad de los políticos; varios supuestos demócratas de hoy parecen, en comparación con algunos autócratas de antaño, choferes de combi asesina. Los dictadores de antes eran francotes, golpistas sin vergüenza, pero los de hoy se disfrazan y usan la democracia de fachada.
Segunda, la inmediatez de las redes impulsan a algunos presidentes a mover el dedo más rápido que el cerebro, con Petro como paradigma del tuitero loco, como recordó hace poco el novelista colombiano Juan Gabriel Vásquez, quien señala que en América Latina “el clima de la diplomacia depende de esos 280 caracteres”.
Los gobernantes latinoamericanos de hoy deberían aprender del método de negociación de Harvard: duro con el problema, suave con las personas, a diferencia de hoy en que todo es al revés.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.