La minicrisis política por los Rolex de la presidenta Dina Boluarte se complica por la reacción inepta del gobierno, pero es inviable que, como ya proclaman algunos opositores, sea el Rolexgate que tumbe a su presidencia.
Es lo que con más pasión que razón prevén unos que ya lamentan que Boluarte caiga por unos Rolex sin declarar y no por los muertos de las protestas, tal como se decía de Alberto Otárola por sus audios con la joven Yaziré Pinedo.
Sin embargo, algunos hechos complican a Boluarte, como la reculada del contralor Nelson Shack frente a su declaración inicial de que no era necesario que la presidenta declarara los Rolex; o el anuncio de la fiscalía de la nación de que “ha iniciado diligencias preliminares por la presunta comisión de enriquecimiento ilícito y omisión de consignar declaración en documentos, por el uso de relojes de la marca Rolex”.
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Frente a lo cual es un error que el premier Gustavo Adrianzén declare que “yo he sido procurador y me sorprende la insólita celeridad con que se ha decidido el inicio de la investigación preliminar”, cuando lo correcto sería algo más del tipo quien nada debe nada teme, recibiendo como respuesta un oficio del fiscal de la nación precisando información que requiere para la indagación sobre el Rolexidio. Asimismo, como expresión de la preocupación que el asunto produce en palacio, está la consulta legal hecha por la presidenta Boluarte.
La preocupación por el origen de signos de riqueza en la presidenta de la república es, sin duda, legítima, pues la corrupción es un problema muy grave que ha aumentado desde el gobierno de Pedro Castillo, como registra Transparencia Internacional. Con esos datos, el economista Roberto Chang concluye que el aumento de la corrupción entre 2021 y 2023 implica una reducción en más de US$200 por año de ingreso del peruano promedio.
Pese a ello, es improbable que el Rolexidio termine en Rolexgate en el sentido de que, como con Nixon en Watergate, se tumbe a la presidencia de Boluarte. Las denuncias sobre su hermano Nicanor llevan más ‘anfo’ político, aunque a más de un año de su gobierno, ya debe tener más enemigos íntimos despedidos con sangre en el ojo y ganas de detonar su presidencia.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.