En el 2004, el gas de Camisea del Lote 88 llegó a Lima. Eso sucedió porque el Gobierno otorgó incentivos: pago de aranceles a la importación en 14 semestres (y no “al toque”); depreciación acelerada de las inversiones y devolución anticipada del IGV. Además, todos financiamos el gasoducto a Lima pagando la garantía de la red principal y, finalmente, la central eléctrica de Ventanilla garantizó la compra de 70 millones de pies cúbicos diarios de gas natural.
En el 2000 se promulgó la Ley 27360 (Ley Chlimper) con beneficios excepcionales a la agroindustria: pago del 15% (y no del 30%) de impuesto a la renta y régimen laboral excepcional: contratos por tiempo indeterminado, vacaciones de 15 días, así como CTS y “gratificaciones” incluidas dentro del jornal, inferior al salario mínimo.
No solo eso. De acuerdo con Lorenzo Eguren, en los últimos 30 años el Estado invirtió US$6,321 millones en Olmos, Chavimochic, Pasto Grande, Majes-Siguas, Jequetepeque-Zaña y Chira-Piura, que han añadido más de 200.000 hectáreas de tierras en la costa. De esta cantidad, el Estado solo recuperó US$462 millones (el 7% de lo invertido). La tierra estuvo barata.
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Lo reseñado aquí (no se incluyen los contratos de estabilidad tributaria ni otros incentivos) nos dice que existen “industrias nacientes” que necesitan un impulso inicial para desarrollarse. Y también que estas han tenido al Estado como impulsor, realidad que no desconoce el rol del empresariado.
En Camisea tenemos, además, un fuerte componente centralista: el gas ha venido a Lima. ¿Y las provincias? Ahí van. Avanzando de a pocos, sin un verdadero plan nacional de masificación, lo que es muy malo ya que el gas barato en Lima desincentiva la inversión en el resto del país y las trae a Lima, acentuando el centralismo.
Y cuando se dice que se necesitan incentivos tributarios para otros sectores, entonces los defensores del sistema recurren al dogma (“¿incentivos del Estado?, de ninguna manera”) que no aplican para Lima. Y tampoco para las irrigaciones de la costa.
Lo mismo sucede con el proyecto de Ley 5892 del congresista José Jerí, apoyado por la Sociedad Nacional de Industrias. La cuestión central es que el sector industrial fue deliberadamente puesto de lado con la apertura comercial y la rebaja arancelaria que trajo la globalización (hoy ya de salida). Se le negaron medidas antidumping y salvaguardias por pura radicalización ideológica e intereses crematísticos.
Analizaremos en otro artículo las medidas del PL. Aquí remarcamos dos temas centrales. El primero: la economía mundial atraviesa un “estancamiento secular” (de largo plazo) que hace altamente improbable un nuevo superciclo de altos precios de las materias primas (como el de 2004-2012) que “nos devolvería” las altas tasas de crecimiento. No significa que haya que dejarlas de lado, sino que se deben prender nuevos motores de crecimiento. Hoy, según el MEF, el 65% del crecimiento depende de factores externos (1). Eso tiene que cambiar.
Segundo, que el legado de los últimos 30 años es un “país fracturado” con una gran economía delictiva e informal. El empleo informal llega a la increíble cifra del 75% y una de sus causas es la crisis del sector industrial, cuya participación en el PBI ha caído de 16.5% a 12% del 2007 al 2022. La brecha de productividad con EE. UU. y nuestros vecinos se ha agravado, lo que avizora mayores retrocesos.
Apenas anunciado el PL han comenzado las críticas de los beneficiarios de las importaciones subsidiadas, por ejemplo de textiles, en detrimento de la industria nacional (Gamarra). Se necesita un desarrollo productivo con incentivos tributarios específicos, temporales y bien pensados. ¿Por qué solo Lima y la costa (y la minería con la ley de 1992) debieran beneficiarse de los incentivos a las industrias nacientes?
Es hora de repensar el desarrollo productivo para enfrentar este nuevo momento de estancamiento de la economía mundial y cambiar al país fracturado por uno integrado y descentralizado a la vez. La discusión de una nueva Ley de Industrias nos da esa oportunidad.
1)La segunda década perdida, 28/7/2023, en https://bit.ly/3Qt99SG
Humberto Campodónico. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.