El triunfo contundente de Javier Milei constituye una nueva expresión de la reacción de las ciudadanías profundamente frustradas por el mal gobierno y la corrupción que las empobrece, buscando líderes políticos fuertes, de derecha o izquierda, que prometan romper las reglas, un escenario que ya ha vivido el Perú y que podría volver a enfrentar en el futuro cercano.
Argentina tuvo una segunda vuelta como las que el Perú conoce bien entre dos candidatos con problemas: Milei con propuestas inviables, rasgos autoritarios y signos de alteración mental; y Sergio Massa, el ministro de economía con 140% de inflación, 40% de pobreza y un país en bancarrota, además de representante de una maquinaria política institucionalmente corrupta.
Así, la elección de Milei se explica, como en muchos sitios, especialmente en América Latina, como respuesta a gobiernos que fallan en la construcción de una sociedad donde la mayoría pueda vivir con dignidad, cayendo en la seducción de quien ofrece cambiar todo.
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Como es el caso de Milei, con propuestas inviables como la dolarización, cierre de buena pare del estado, incluyendo el banco central, y recortes intensivos del gasto público en un país que, gracias al peronismo, se ha vuelto adicto a la mamadera estatal.
Sus ideas podrían ser, incluso, atractivas, si no fuera por el fuerte contenido autoritario con que se plantean, algo que los argentinos menores de 50 años no toman en cuenta, pues han vivido durante las cuatro décadas pasadas en democracia y no saben lo que implica perderla, incluyendo la violación de derechos humanos que la fórmula del ‘viva la libertad, carajo’ hoy minimiza.
La angustia por sobrevivir ante problemas urgentes como la penuria económica y la inseguridad ciudadana lleva a la gente a escoger con desesperación por opciones extremistas, que pueden ser de derecha como con Milei o de izquierda como con varios presidentes en países desarrollados y en desarrollo, incluyendo a los de la región.
Lo cual trae un mensaje obvio para el Perú: el caos que genera estos éxitos electorales, y el desconcierto que surge a continuación, no es monopolio nacional. Ocurrió con Pedro Castillo en 2021, y podría volver a suceder con alguien de derechas en la próxima elección.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.