Quise todavía más a Messi cuando mi hija de 8 años comenzó a decir su nombre. Cuando lo detectó habitando con ella el mundo, al mismo tiempo. Cuando lo dimensionó escuchando tantas veces “Messi” en el televisor durante el último Mundial, en el que Argentina campeonó gracias a él, porque todo el mundo hablaba de él, de Messi, pues.
Seguramente pronto ella comprenderá de que se trata de un individuo que, como Maradona o Pelé, muchos lo ponemos, en algún sentido, a la altura de Picasso o Los Beatles, es decir, a la altura de los grandes genios de la humanidad. Messi divierte, sorprende, hace pensar, disloca, deslumbra, vence, gana, hace ganar, deconstruye, construye.
Los tres citados han marcado un punto de quiebre que sobrepasa la sola heroicidad. Vamos, no seamos reduccionistas, no se trata de solo un deporte, es muchísimo más. El fútbol es todo un mundo paralelo al que trasladamos las emociones del mundo real que pretendemos dejar, del que pretendemos distraernos.
Nuestras dudas existenciales se trasladan, se refugian, en unas reglas claramente establecidas, pero que aun así no garantizan un orden total, porque los enfrentamientos, los partidos, le dejan un generoso y fascinante espacio a la suerte. Pensamiento mágico, ciertamente. Messi se convirtió en un lindo puente con mi hija, en una complicidad, porque lo descubrió junto a mí y eso no se olvida nunca.
Además, Messi parece bueno y su carisma, así le diga “qué mirás, bobo” a alguien, conecta con los niños. Magia. Eso sin tomar en cuenta lo evidente: que es el mejor jugador del mundo, de la mejor selección del mundo. Messi también me hizo olvidar un poco a Maradona, de quien vi ese gol insuperable ante los ingleses echado en una cama, solo y con fiebre a mis 14. Grande, Messi, grande de verdad.
Imposible no comprender a los peruanos que iban hasta el hotel a ver a ese héroe argentino que luego nos iba a clavar dos goles, porque es Messi. Es Messi, pues, y tiene camiseta argentina y es un héroe. Si te sale del forro ponerte un rato la camiseta argentina, por Messi, así venga a jugar contra tu país, pues ya está, es el mejor del mundo y anda cerquita a ti, ya está. No obstante, a pesar de todo ello, me pongo del lado de Pedro Gallese. Gallese es un guerrero y tiene épica también, tiene su lugar y lucha por nosotros en esa cancha, en esa cancha en la que estuvo Messi, al otro lado, dispuesto a liquidarte, así lo ames.
René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.