El viernes pasado, el Banco Central de Reserva (BCR) publicó el resultado de su encuesta mensual (junio) de expectativas empresariales. La encuesta mide si las empresas esperan que las cosas estén mejorando o si empeorarán, y la pregunta se hace tanto a un plazo de tres meses como a un año. Se pregunta por la situación del negocio, nivel de producción, ventas, demanda, órdenes de compra, intenciones de contratar personal y de invertir.
En resumen, en su mayoría, las expectativas se deterioraron. En 15 preguntas hubo un deterioro, en dos hubo una mejoría y una no mostró variación. Cuando consideramos que solo en mayo la encuesta había marcado mejoría en 12 preguntas y deterioro solo en tres (otras tres no mostraron variación), el cambio es evidente.
Lo extraño es que este cambio no se habría debido a una razón obvia, ni nacional ni internacional, que pudiera haber afectado a las empresas. Más bien, en la misma encuesta se expone que las expectativas de inflación se redujeron sensiblemente (en línea con los datos de inflación que salieron luego de la encuesta y que mostraron una caída muy fuerte de la inflación en junio), las expectativas de tipo de cambio se movieron ligeramente para abajo y las expectativas de crecimiento apenas empeoraron.Pareciera, por la encuesta, que lo que ha enfriado súbitamente los ánimos es una caída en parte importante de la demanda y que esto ha llevado a una brusca reducción en la producción de las empresas. ¿Por qué en junio y no en mayo?
En realidad, lo sorprendente es que el consumidor se haya mantenido tan (relativamente) fuerte hasta mayo. Hemos señalado en el Instituto Peruano de Economía (IPE) que desde el año pasado se ha deteriorado fuertemente la calidad del empleo y que esto había reducido los ingresos reales de los trabajadores. Según este argumento, la reducción de los salarios reales es lo que, luego de la incertidumbre de los primeros meses del año, viene a pasar factura.
A esto nos referíamos cuando hace dos semanas mencionamos que el BCR había reducido sus pronósticos de crecimiento, pero que estos eran aún muy altos. Para el primer semestre esperamos un crecimiento cercano a cero y con un crecimiento de 3,3% (optimista) en el segundo semestre, esto nos daría 1,7% para el año.
Una buena noticia, para quien mira los próximos meses con cautela, es el comportamiento esperado de la inflación y las tasas de interés. Todo parece indicar que la inflación continuará cayendo en el futuro previsible; la encuesta de expectativas a los analistas económicos indica que esperan que este año caiga hasta en 4,4% en diciembre. Con ese nivel de inflación, la tasa de interés del BCR, aun asumiendo que fuera algo restrictiva, no sería mayor que aproximadamente 6,4%, que es mucho menor que el nivel actual de 7,75%. Es decir, la tasa de referencia del BCR empezaría a reducirse relativamente pronto, con caídas sucesivas hasta bien entrado el próximo año.
De darse esta previsión, mejorarían las expectativas que hoy, por ejemplo, esperan que la tasa de interés del BCR sea de 7% a fin de año, pero esperan 4% para fines del 2024.
Otra buena noticia es que, en la encuesta del BCR, las dos preguntas en que las expectativas mejoraron fueron las órdenes de compra y la intención de invertir en su empresa en los próximos 12 meses. Es más, las expectativas a 12 meses en torno a su empresa, su sector, la economía en general, la demanda por sus productos y la contratación de personal son también positivas, aunque hayan empeorado en términos relativos.
Al Perú le sigue jugando a favor tener una larga historia de crecimiento, que hace que en plazos más largos los empresarios, y los peruanos en general, se tornen optimistas. Esperemos que esto no se deteriore.
De La Oroya. Economista y profesor de la Universidad del Pacífico y Doctor en Finanzas de la Escuela de Wharton de la U. de Pennsylvania. Pdte. del Instituto Peruano de Economía, Director de la Maestría en Finanzas de la U. del Pacífico. Ha sido economista-jefe para AL de Merrill Lynch y dir. gte gral. ML-Perú. Se desempeñó como investigador GRADE.