En el Instituto de Radio y Televisión del Perú se están produciendo despidos de personal periodístico y administrativo, que demuestran el manejo de la línea editorial sin que intervengan criterios de calidad o de eficiencia. Por el contrario, hay una persecución contra los hombres de prensa, que han sido despedidos por no cumplir con los intereses del Palacio de Gobierno.
Hay una conversación muy significativa de una funcionaria de prensa del Gobierno con una periodista despedida actualmente, a quien le reclama por la pregunta hecha a la presidenta Boluarte y le agrega que ya no trabaja para el canal 7, sino para el Ejecutivo.
Esta deformación en el entendimiento sobre el rol de los medios estatales parece estar presente en toda la maquinaria del Gobierno. El manejo de contenidos tanto del canal estatal como en Radio Nacional es evidente. Haber colocado al frente del IRTP a una propagandista de la señora Boluarte le pone el sello a toda la operación de captura que se ha montado.
La señora Boluarte no solo quiere manejar las preguntas que le formulen desde el canal del Estado o desde Radio Nacional. Quiere hacerlo durante un período en el que se debate su responsabilidad en la muerte de 49 ciudadanos asesinados por la policía y el ejército durante las protestas sociales de fines del año pasado e inicio de este. Y también cuando algunos medios de comunicación se están sumando a la campaña de terruqueo y amedrentamiento, ahora que se anuncia el reinicio de las movilizaciones este mes de julio.
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El Gobierno de la señora Boluarte y del primer ministro Otárola ha decidido reorientar un canal que por definición es un medio estatal y que estaba en gestiones de gobierno tan dispares como del expresidente García, el expresidente Humala y el expresidente Kuczynski, estableciendo las bases para avanzar hacia un modelo de medio público; para convertirlo en una caja de resonancia del Gobierno y parte de la maquinaria propagandística de un régimen con muy poca aceptación ciudadana.
¿Es un retroceso a todo lo avanzado en estos años? Un enorme paso atrás. Será sin dudarlo mucho el esfuerzo que deberán adoptar las nuevas gestiones de otros Gobiernos para devolver al canal 7 y a Radio Nacional la vigencia de su reputación.
Es una lástima lo ocurrido. Una derrota para el ejercicio profesional y para la propia ciudadanía, que está siendo esquilmada en su búsqueda de verdad y de calidad.