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Optimismo y resurrección en el Perú, por Augusto Álvarez Rodrich

Ante el pesimismo imperante, ilusión del futuro estimulante.

Pese a la marcada expansión del pesimismo hoy en el Perú, lo más probable es que a la vuelta de la esquina esté la construcción de un escenario optimista que nos devuelva a los peruanos una visión estimulante del futuro.

El indicador que refleja bien ese sentimiento pesimista es la encuesta que Ipsos elabora desde hace tres décadas y que hoy registra el punto más elevado en ese lapso (67%) de que el Perú está retrocediendo y el más bajo (6%) de que está progresando. La gente cree hoy que estamos peor que en la pandemia.

Razones para el pesimismo sin duda hay, y sólidas, especialmente después de todas las plagas recientes que llegaron al Perú, como esa pandemia que produjo la mayor cantidad de muertos en términos relativos en el mundo; la elección del presidente de la república más idiota que se pudo imaginar; una turbulencia política que trajo seis presidentes en seis años; la invasión rusa a Ucrania que introduce incertidumbre global; Yaku y Niño Costero que llueven sobre mojado; aumento de la pobreza; recrudecimiento de la corrupción; o la constatación de que la política peruana está gravemente infectada por unos mequetrefes miserables que solo se despabilan, en gran forma, para robar.

Pero razones para el optimismo también hay, por supuesto. Una simplona es que ya no se puede caer más bajo y que es inevitable el rebote, lo cual no es cierto porque la historia enseña que siempre se puede seguir cayendo.

Aunque la historia también recuerda que de peores circunstancias salimos. Para no ir tan lejos como la guerra con Chile, el Perú de los tiempos del terrorismo sangriento de Abimael Guzmán y del desgobierno extremo con corrupción profunda de la primera administración de Alan García fue de terror.

Hoy el Perú es muchísimo más sólido que entonces gracias a reformas que algunos demagogos quieren desarmar.

Pero lo crucial es que la trayectoria peruana está marcada por altas y por bajas. Bastaría con que en la elección que venga, cuando venga, ojalá más temprano que tarde, nos toque un gobierno de una presidencia razonablemente sensata con menos ladrones, para que se produzca otra resurrección del Perú. ¿Es mucho pedir eso? Creo que no. Hay en camino, que nadie lo dude, un futuro con optimismo.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.