Agua: el drama insistente
"Las tragedias causadas por un agua incontrolable se han convertido en un factor permanente del territorio".

Si los pronósticos especializados del exterior significan algo, en buena parte de la costa vamos a tener un exceso de calor y agua casi todo el año. El mar moderadamente caliente que vimos en febrero y ahora en marzo, y las posibilidades de que El Niño golpee aumentarán un 20% en abril-junio y 47% en mayo-julio.
La cosa puede empeorar. El mismo pronóstico, del Instituto de Investigación Climática de Columbia, IRI, habla de probabilidades de 56%-59% de julio-agosto a octubre-diciembre del 2023. Aun si nada cambia, todavía habría 31%-38% de probabilidades de El Niño fuerte. El norte peruano se puede seguir ahogando en esa sopa de cifras.
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En términos de tiempo, el IRI plantea que en lo histórico El Niño (caliente) y La Niña (fría) tienden a avanzar de abril a junio, alcanzan su grado máximo de octubre a febrero, y es típico que persistan de nueve a 12 meses, y regresen cada dos y hasta siete años. Pero esta vez las cosas parecen haber cambiado en el océano Pacífico.
Los estudiosos del Gobierno australiano explican todo lo anterior de forma algo más sintética y directa: “Si bien ahora el océano Pacífico está neutro en cuanto a temperatura, los criterios de observación de El Niño ya se han dado, indicando un 50% de posibilidades de que el fenómeno se desarrolle más adelante en el 2023”.
Con las lluvias que ya se padecen en la costa norte y centro hay suficiente como para terminar de teñir de trágico barro la política. Una prolongación de lo que viene sucediendo podría producir inéditos niveles de descontento popular y empresarial. El cruce de las aguas con elecciones adelantadas produciría una situación complicada.
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Es cierto que ya antes hemos tenido aguaceros, desbordes y huaicos, e inundaciones. Pero nunca en una situación política tan inestable, con una perspectiva inquietante para la economía de los hogares. Además la protesta pasada y la que puede venir tienen que ser incorporadas a la ecuación de lo catastrófico 2023.
Las tragedias causadas por un agua incontrolable se han convertido en un factor permanente del territorio. Algunos dirán que siempre lo ha sido. Puede ser. Pero nos habíamos estado sintiendo más modernos que un simple junco a la deriva. No se puede pedir ayuda del Estado cuando se mina la autoridad de ese Estado, en las mismas calles donde ocurren los aniegos.



