Fantasía del cierre relámpago

“Castillo va a seguir repitiendo como loro lo que le dicten sus abogados, pero es poco probable que les haga caso. Hasta para quien hace su matemática con los dedos de las manos la cosa es bastante clara. Un gobernante impopular nunca debe lanzarse a un plebiscito”.

A Pedro Castillo le han inculcado la fantasía autoritaria de cerrar el Congreso. Viene jugando con eso desde hace por lo menos un año. Pero no se lo han explicado del todo bien. La aritmética electoral sugiere que el triunfo implícito en ese cierre sería de ejecución dramática, pero de consecuencias pírricas.

El documento de disolución del Congreso debe contener la convocatoria a nuevas elecciones parlamentarias en cuatro meses. ¿Qué piensa Castillo que va a suceder entonces? Casi seguramente el oficialismo va a obtener menos curules de las que tiene ahora. Las formales, las asolapadas, las semiasolapadas. Pérdidas y peligros serían netos.

Así, en un cuatrimestre Castillo volvería al punto de partida, pero mucho peor. En esto las encuestas y el clima de la calle enfurecida por cien conflictos es elocuente. Quizás el oficialismo cree que candidatear desde el Ejecutivo es una ventaja incomparable. Pero esas son esperanzas bastante febles en un clima de polarización.

Los cuatro meses en que Castillo gobernaría sin Congreso, por así decirlo, son una pequeña fracción de los tres años que se pasaría en Palacio con un Congreso aun más en contra suyo que el actual. Si el cierre llega a darse, que ponga el retrato de Aníbal Torres en un marquito contra la pared, pues se va a acordar mucho de él.

Desde las elecciones del 2021 la izquierda en el Perú no ha hecho sino debilitarse. Los conatos de alianzas se destejieron. El prestigio del administrador público izquierdista se ha hecho añicos. Los resultados de las pasadas elecciones locales se orientaron en otra dirección. Izquierdas y derechas han empezado a confundirse.

Pero quizás algunos grupos izquierdistas tengan cierto grado de oportunidad para mejorar en el 2023. Los que no tendrían cómo mejorar son los que cometan la imprudencia de amarrarse a Castillo al pie. Ese 25% de aprobación en las encuestas es engañoso e insuficiente. El famoso pueblo tiene facturas que cobrarle a su hambreador.

Castillo va a seguir repitiendo como loro lo que le dicten sus abogados, pero es poco probable que les haga caso. Hasta para quien hace su matemática con los dedos de las manos la cosa es bastante clara. Un gobernante impopular nunca debe lanzarse a un plebiscito. Mejor seguir cerrando gabinetes, sus pequeños congresos.

La República

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