Opinión

¿En qué momento, etc. etc.?

“La desgracia del Ejecutivo se puede explicar a partir de lo que es Pedro Castillo. Pero la situación en el Legislativo no se explica a partir de una sola persona. El electorado no elige a los ministros, pero sí a los parlamentarios”.

Mirko Lauer 6-07-22
Mirko Lauer 6-07-22

Mucha gente se pregunta si hay algo en la actual promoción de políticos en el poder que la hace peor que las anteriores. Sobre esto hay varias hipótesis, no todas convincentes. En realidad, que los políticos de hoy son peores que los de otros años es en sí mismo una hipótesis, a partir de una comparación generalmente interesada.

No es una situación simple. La desgracia del Ejecutivo se puede explicar a partir de lo que es Pedro Castillo. Pero la situación en el Legislativo no se explica a partir de una sola persona. El electorado no elige a los ministros, pero sí a los parlamentarios. Al final los dos poderes coinciden en su descrédito ante el país.

Desde el mirador del 2022 no es difícil opinar que la dotación de políticos se ha ido deteriorando (con excepciones) desde por lo menos el 2016. ¿Significa esto que la población que elige también se ha venido deteriorando, en el mismo grado? Es un hecho que no se considera responsable a la población que elige. Pero se debería.

En una de estas hipótesis sobre deterioro la culpa es de la llegada de gente nueva a la política, una actividad donde la experiencia es valiosa. Esta forma de pensar va a contrapelo de las esperanzas que solemos poner en los jóvenes, considerados el futuro del país. Algo nos dice que sin jóvenes la cosa hoy sería mucho peor.

Otra de las hipótesis es, digamos, pedagógica: el aumento en el número de los políticos corridos que estuvieron plagados de vicios éticos fue dando el ejemplo a las nuevas promociones. Así, se fue adelgazando el tabique entre la política y la delincuencia, entre el poder y la ventaja personal, entre ser hábil y ser sinvergüenza.

Lo más frecuente es que se termine apuntando con el dedo hacia las carencias en torno de lo político: no hay partidos cabales, no hay ciudadanía suficiente, no hay consciencia de servicio público. En tal situación lo electoral se ha convertido en una carrera hacia soluciones individuales. No es precisamente una definición de democracia.

Pronto cumpliremos 10 años haciéndonos las mismas preguntas, jugando con las mismas hipótesis, y sobre todo repitiendo lo mismo elección tras elección, sorprendidos de que no aparezca un resultado diferente.