El Perú aprobó hace poco una Ley de Cine que supone un avance en la promoción de la producción nacional. Sin embargo, no se ha dado solución a uno de sus principales problemas: la distribución. Vemos en las salas comerciales muy poco cine peruano y latinoamericano.
Algunas películas nacionales, pese a haber recibido premios y apoyos económicos estatales para su producción, pueden, al fin de cuentas, quedarse en la distribución alternativa o el streaming. No llegan a estrenarse en salas comerciales. No llegan “al cine”.
La ley no ha creado una cuota de distribución obligatoria. Países como Francia, que tiene una de las mejores leyes de fomento, o en la región Argentina y Brasil, ponen cuotas de distribución de cine nacional y regional. El Perú no. Acá manda la valoración de los dueños de los cines y los que manejan los canales de distribución comercial. Lo que importa es la rentabilidad. Obviamente Batman tiene más taquilla, bajo esa lógica no hay forma de competir. Nuestra industria, incipiente, no tiene protección.
Pero bueno fuera competir solo con Batman. Lo que pasa es que los dueños de películas como esa no las venden solas, las sacan en paquete. Los cines se tienen que comprometer en pasar un número de películas adicionales que, si no vinieran amarradas, nunca llegarían al cine. Pero como son un paquete y se ganará dinero con la principal, se hace sitio para las otras. Hollywood tiene sus sistemas de protección, unos muy poderosos. Nuestro cine debiera tener algunos también, aunque sean mínimos. La competencia no es realmente justa.
He sido testigo de lo duro que es para directores y productores lograr que las películas se vean. Se estrenen.
Una vez superado este escollo, viene el siguiente: la duración. Puede estrenarse, pero quedarse una semana en cartelera y luego salir. Las ponen en pocas salas, con malos horarios y luego dicen que “no hay suficiente mercado” y mueren en 7 días. Pocas películas peruanas han logrado sobrevivir y vencer al sistema que las excluye. La revolución y la tierra o Sigo siendo lo lograron. Pero tras una campaña inmensa en redes y el compromiso del público que buscó mantenerlas. Eran películas necesarias y las logramos mantener.
Ayer se estrenó Lina de Lima. Una coproducción chileno-peruana que, entre otros apoyos, tiene uno del Ministerio de Cultura peruano. Pese a eso, estará solo en 8 salas en Lima, Arequipa, Huancayo y Cusco. Para verla habrá que hacer un esfuerzo, vayamos y llenemos esas salas. Si la política cultural no apoya la producción nacional y latinoamericana, hagámoslo nosotros.
Y en el caso de Lina de Lima, hagámoslo también porque merece ser vista. Magaly Solier encanta y canta para superar cualquier pena.
Socióloga, con un máster en Gestión Pública, investigadora asociada de desco, activista feminista, ecologista y mamá.