Precio del dólar hoy, 23 de abril

Las armas molidas

“A parte de rezar, solo nos queda instalarnos en un pensamiento crítico –que no es igual a, que ya ni en la paz de sepulcros creo– y convencernos que las fake news impiden la construcción de un juicio racional y bien formado”.

Escribía Hemingway en su Adiós a las armas, en relación a la primera guerra mundial, que: “El mundo rompe a todos y después muchos son fuertes en los lugares rotos”. Y cierto, la novela no es una apología a la guerra sino una historia de solidaridad y amor en medio de los frentes de batalla. Y explicaba el escritor “que la primera cura para una nación mal administrada es la inflación de la moneda; la segunda es la guerra. Ambas aportan una riqueza temporal; las dos traen una ruina permanente. Pero ambas son el refugio de políticos y económicos oportunistas”.

Y nosotros sabemos de guerras. Desde la década de los ochenta la padecimos con un costo de 70 mil muertos y hasta hace solo 25 años con el rescate de la Operación Chavín de Huántar, aquel abril de 1997 tras la liberación de rehenes capturados 126 días por el MRTA en la residencia del embajador del Japón. En el ínterin, conocimos la penuria de la muerte en medio de la mengua de nuestras autoridades.

Y la guerra sigue en estos días. Veo con un ojo en RT, el canal de televisión ruso en castellano cómo se maneja la información. Y con el otro ojo lo que afirma la CNN y cierto, recupero una frase del senador estadounidense Hiram Johnson en 1917, que decía que la primera víctima de la guerra es la verdad. Eso que hoy llamamos fake news, es decir, la desinformación en todo su esplendor. Acaso la diarrea impuesta por Donald Trump o los episodios anteriores en Afganistán para buscar a un Bin Laden que no estaba en ese país, Iraq y las armas de destrucción masiva que no existían, “rebeldes y libertadores” en Siria y Libia que resultaron ser terroristas islámicos, serbios a los que se les bombardeó por el delito de “invadir” su propio país.

Y hoy frente al drama de Rusia invadiendo a Ucrania no queda otra que hallar las razones en la voracidad de los conglomerados económicos y las sanciones aplicadas por la Unión Europea y por Estados Unidos. Es decir, un teatro geopolítico que profundiza la relación de Rusia con China. Mientras, siguen los bombardeos y los muertos y en Lima no camina la Línea 2 del tren eléctrico y sube el peaje, el pan está al doble y te roban el celular.

A parte de rezar, solo nos queda instalarnos en un pensamiento crítico –que no es igual a, que ya ni en la paz de sepulcros creo– y convencernos que las fake news impiden la construcción de un juicio racional y bien formado. Todos tienen sus razones pero yo también tengo la mía.

La República

Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.