Desde esta columna se ha señalado, más de una vez, que la crítica al gobierno de Pedro Castillo es necesaria. Que permite que el presidente y su equipo enmienden errores y busquen soluciones a problemas de gestión, muchas veces innecesarios. Pero es central diferenciar la crítica, que lleva en la raíz un espíritu constructivo, de la lógica de demolición que un sector de la prensa, de la clase política y económica han emprendido contra el gobierno.
La demolición no tiene un fin superior, tiene un fin subalterno. Esconde la desesperación por recuperar un Estado que tuvieron capturado y a su servicio. Si no vean el grito de vacancia de Chirinos ayer.
El gobierno de Castillo y el gabinete Vásquez tienen aún tareas pendientes. Es claro el conflicto de interés que tienen tanto el ministro de Transportes como el de Educación. Pero ya hemos visto cambios, varios, que respondieron a las preocupaciones justificadas de la ciudadanía, como la remoción de Barranzuela y la de Ayala. Esto augura decisiones que garanticen una gestión comprometida con las mayorías del país y el bien público, antes que con pequeños intereses gremiales.
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Pero el gobierno también tiene resultados concretos, valiosos, que representan cambios necesarios para los sectores populares en el Perú que la prensa está ocultando y es necesario visibilizarlos.
Empecemos por la reforma en la ONP, exigida hace años por pensionistas que nunca tuvieron acogida y fueron ignorados por los anteriores gobiernos. Cientos de miles de trabajadoras y trabajadores que aportaron por más de una década al sistema público de pensiones no recibían ni un sol. Si no se llegaba a cumplir exactamente los 20 años de aporte, todo lo contribuido era licuado en el sistema sin que existiese ninguna retribución. Así funcionaba y no se tenía la sensibilidad necesaria para hacer este cambio.
Ayer, por primera vez, personas que contribuyeron 10 años o más empezaron a recibir una pensión proporcional al tiempo de aporte. Al fin el Estado les reconocía años de aporte. No es aún un ingreso suficiente, pero es un paso a la recuperación de la autonomía y la vida digna de las y los adultos mayores.
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El martes se emitió el decreto supremo que aprueba lineamientos oficiales de la segunda reforma agraria que incluyen, entre otros, el acceso a mejores mercados para la pequeña y mediana agricultura; el impulso a la industrialización del agro; y el fomento de la innovación tecnológica para el desarrollo agropecuario de la agricultura familiar.
Esta es una apuesta clara por apoyar a la agricultura que nos alimenta, que por décadas fue dejada de lado por los gobernantes que la veían como una actividad de pobres sin posibilidad de crecimiento. Pero sobre la cual sí se han acumulado valiosas experiencias desde organizaciones de desarrollo que ya muestran que es posible dinamizar el sector. Espero que el gobierno las recoja y las sume para un avance más rápido en un sector que no puede esperar más.
Socióloga, con un máster en Gestión Pública, investigadora asociada de desco, activista feminista, ecologista y mamá.