Durante la primera versión del Congreso Nacional de Juventudes del partido Perú Libre en Arequipa, el actual premier Guido Bellido hizo una peculiar invocación a la militancia de ese partido: “Es obligatorio que todos tengan una cuenta en Twitter, para que participen en la lucha política”. Exactamente, ¿qué es lo que el premier Bellido quiso decir con esta invocación?
Hace mucho tiempo que Twitter dejó de ser un espejo de distendida socialización. Hoy es la tribuna más potente que políticos del mundo y líderes de opinión lo usan para influir, pero sobre todo poner en aprietos a poderosos reales y wannabes.
Y es que Twitter ofrece oportunidades para que los usuarios políticamente interesados pero no militantes se conviertan en actores integrales dentro de la esfera del discurso político. Además, Twitter permite a los ciudadanos casuales observar conversaciones de la clase política y, si lo desean, pueden participar en esas conversaciones.
Aunque la clase política se autorreferencia, cada vez más interactúa con otros usuarios y, muy a menudo, incluyen sus puntos de vista en el debate retuiteando o refiriéndose a ellos.
Esta realidad permite concluir que la intuición de Bellido no solo es correcta, sino que está muy cerca de capitalizar el valor más relevante de esa red social: el ensamblaje de narrativas.
Y es que la interconexión de temas, objetos mediáticos y personas en el curso de los discursos políticos son procesos muy enredados que reorganizan las experiencias de quienes se encuentran dentro de una negociación social pública con significado de los hechos políticos para ellos mismos, para su red social, para los actores de la arena política y, por ende, para la sociedad en general.
Por eso, no es equivocado pensar en efecto que es en Twitter donde se producen los intercambios de opiniones más políticos y donde probablemente se reconfigure con más dinamismo las narrativas en torno al poder.
No obstante ello, habría que sugerirle al señor Bellido que, además de buscar tener más presencia y resonancia en Twitter, es fundamental contar con un parangón argumental que promover.
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