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Cerrón pone coche bomba en la PCM

Pedro Castillo dinamita el futuro de su presidencia.

La designación de Guido Bellido en la presidencia del consejo de ministros del gobierno del quizá por muy poco tiempo más presidente Pedro Castillo, pues quizá no llegue ni a diciembre, significa un desafío al país que debilitará profundamente su estabilidad.

Bellido, integrante del partido de Vladimir Cerrón, es un simpatizante abierto de Sendero Luminoso, acusado de apología del terrorismo, defensor de dictaduras como la cubana, y exponente vulgar de la homofobia y la misoginia, es decir, un absoluto impresentable e inaceptable para ser premier.

Su nombramiento confirma que el real patrón del régimen es Vladimir Cerrón, y que Castillo no llega ni a portero del edificio de las ambiciones de su jefe.

Significa un parteaguas parecido al que dividió al país cuando Alan García quiso estatizar la banca en 1987, en donde es imposible dejar de tomar partido.

Y quedará con la mayoría en contra. La designación de Bellido implica que el nuevo gobierno saldrá muy aislado, con el rechazo de un sector creciente de la ciudadanía, el congreso, la fuerza armada, la inversión privada, la iglesia, políticos, técnicos que hasta anoche iban a jurar el cargo de ministros, y hasta del periodismo que, sin simpatizar con Castillo, valoraba el respeto del principio democrático de que gana la presidencia el que logra más votos, y que merece, por tanto, el beneficio de la duda. Como esta pequeña columna.

Castillo, quizá sin tener la capacidad elemental de comprender las consecuencias de la decisión que le impuso Cerrón de nombrar a Bellido, ha dinamitado la ruta de construcción de confianza en él, y ha puesto a su gobierno en la cuenta regresiva hacia un final prematuro, con la posibilidad creciente de una vacancia y de una convocatoria a nuevas elecciones en un plazo breve. ¿Verano de 2022?

Será una frustración grande para los votantes de Castillo que se ilusionaron con la posibilidad de su gobierno, pues lo que está haciendo desde hace unas semanas, y confirmando desde anteayer, es dinamitar su presidencia.

Al poner a un coche bomba en la PCM, Castillo ratifica que no da la talla para ser presidente, que no tiene capacidad de administrar el país, ni de formar un gobierno que sea políticamente viable y sostenible. Qué pena. Es el fin.

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