Puede sonar reiterativo, pero dada la magnitud del riesgo, vale la pena seguir intentándolo. De los candidatos con posibilidades de pasar a segunda vuelta, hay tres que representan el mayor peligro para el país: el retorno de la corrupción y el autoritarismo. Desde la ultraderecha, está el candidato que concentra el odio a todo aquello que represente el “caviarismo”, “comunismo”, “izquierda”, “progresismo” y la “ideología de género”. Representa el fascismo “encubierto”. Además de sus anticuchos y de su desequilibrio emocional, reveló ser un muy mal candidato.
Pero luego, para recordarnos la distancia que seguimos teniendo con el Perú más olvidado, apareció el candidato populista nacionalista y también conservador radical. Igual de intolerante, totalitario y autoritario que el de ultra derecha. Si este último nos hace recordar al presidente brasileño Bolsonaro, este populista nacionalista es el verdadero Chávez peruano, el que convertiría al Perú en Venezuela. Su despegue por debajo del radar limeño revela la voz de una de las regiones del país más excluidas y marginadas, que continuarán buscando su propia representación política aunque sea cada cinco años. Pero también que las campañas de desprestigio contra la izquierda democrática llevaron a que tengamos un radical de verdad.
La tercera candidata que implica un mayor riesgo es la del partido de la mano dura. Porque la crisis que tuvimos los últimos cinco años no se trató solo de un berrinche de una candidata que fue mala perdedora. Lo que estaba en juego y sigue estándolo es la pugna por mantener o recuperar el control del sistema de justicia. Su postulación no se debe a que en la cárcel recapacitó y quiere aportar al desarrollo del país. Lo que quiere es librarse de la justicia, seguir aprovechándose del Estado y que la justicia la siga protegiendo a ella y sus allegados.
Debería ser claro que el principal problema del país es la corrupción. No olvidemos que un audio nos mostró que en el Perú se negociaban no solo coimas por obras públicas, sino también penas por casos de violación. Así de putrefacto está el sistema. Por eso, nuestro objetivo prioritario debería ser, al menos, no retroceder lo avanzado. Y por ello, no solo deberíamos descartar a estos tres. Ya sabemos de qué pie cojean los autoritarios.
Definidos los tres candidatos que representan el mayor peligro, quedan otros tres como opción. No son perfectos. Los tres implican un nivel de riesgo. Pero sin duda son los males menores de la primera vuelta.
• Si crees que el modelo necesita cambios redistributivos manteniendo una economía de mercado, y que se priorice el bienestar público por sobre el privado, una opción es la izquierda democrática. Es cierto que esta alternativa no termina de incorporar en su discurso un mayor énfasis para la inversión privada. Pero también es cierto que el Perú no será Venezuela con un partido así en el poder. Con la subida del candidato radical debería quedar claro quién representa ese verdadero peligro.
• Si igual la izquierda te da miedo, hay candidatos que representan el populismo democrático. Pueden ser políticos improvisados, pero no están manchados por la corrupción ni son radicales nacionalistas.
• Finalmente, también hay opciones para quienes quieren priorizar la defensa del modelo y de la inversión privada a ojos cerrados. Revelan desconexión con el país, pero no tienen detrás un partido mafioso que solo intentará volver a beneficiarse del Estado.
Si eres de los que pensaba votar por convicción en primera vuelta y estratégicamente en segunda, tal vez debas reconsiderarlo. Para la siguiente vuelta podría ser demasiado tarde.
onpe