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Fascismo y salud mental

“Es difícil combatir estas tendencias cuando surgen en terreno fértil: depresión, ansiedad, violencia, inseguridad. Paradójicamente, eso fue lo que hizo Sendero Luminoso”.

En el fragor de la campaña electoral, hay un candidato que destaca nítidamente por la virulencia y desconexión de la realidad con la que se expresa. No se le mencionará en esta columna, para no dignificar su verborrea coprolálica. Pero sí es relevante analizar el fenómeno, el cual no es nuevo. Los casos más recientes en nuestro continente son los de Bolsonaro y Trump. Este último llegó a decir que podría disparar a alguien en la Quinta Avenida de Nueva York, sin que le quite votos. Y era cierto.

Los síntomas, enseñaba Freud, son multideterminados. ¿Por qué hay tantas personas dispuestas a seguir esta corriente de inmundicia moral? Este personaje, en aparente estado de ebriedad, acaba de insultar al presidente de la República –el cual nos representa a todos–, llamándolo baboso, payaso y estúpido. Además dijo que no solo era terruco, sino el jefe de los terrucos. Si un paciente tuviera un discurso como ese en mi consultorio, estaría muy preocupado por su diagnóstico. Una cosa es discrepar con Sagasti, incluso insultarlo con bajeza, otra muy distinta y delirante, considerarlo el jefe de los terrucos.

Sin embargo, varios analistas políticos consideran este vertedero de injurias altisonantes y zafadas de la realidad, parte de una estrategia para obtener notoriedad y captar el miedo, la rabia y la desesperanza de tantos peruanos. Sin preocuparse por el daño inmenso que este comportamiento causa a la democracia. Y contando con la tibieza del Pacto Ético y el JNE, cuyas invocaciones a la mesura y tolerancia son de concurso de reinas de belleza.

Umberto Eco indica 12 señales de alerta del fascismo. Entre estas el control y represión de la sexualidad, la utilización de un líder carismático que representa al pueblo (y habla como él), la búsqueda constante de culpables externos o el llamamiento constante a una clase social descontenta.

Esta búsqueda de conexión con las pulsiones más destructivas (la alianza con los etnocaceristas) y primarias (la discriminación de las minorías) de la sociedad, es peligrosa y muy tóxica para la salud mental. Es difícil combatir estas tendencias cuando surgen en terreno fértil: depresión, ansiedad, violencia, inseguridad. Paradójicamente, eso fue lo que hizo Sendero Luminoso. Por eso no basta con invocaciones. Los movimientos y personalidades autoritarias deben ser enfrentadas con hechos contundentes y convincentes.

La República

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