¿Y si por fin decidimos ser una sociedad digital?
“La brecha tecnológica que sufrimos en el país, hoy más que nunca discrimina a los peruanos, acrecentándose las desigualdades socioeconómicas”.

Si en las últimas décadas las tecnologías digitales se volvieron esenciales en el funcionamiento de nuestra sociedad, durante la crisis provocada por el coronavirus se hicieron imprescindibles. Aquellos avances científicos en el campo de la salud, que se suponía demorarían años en concretarse, se han producido en los últimos meses. Y es que en la historia de la humanidad, en las peores crisis surgen los inventos más significativos. Sucedió durante la Segunda Guerra Mundial cuando los ingleses del Bletchley Park, el centro de criptografía británico, contrataron a Alan Turing para dirigir un equipo que tendría como misión descifrar mensajes nazis codificados que se propalaban en la flota alemana de submarinos que operaban en el Atlántico. La contribución de Turing fue crucial para el desenlace de la guerra a favor de los aliados. Después del conflicto, Turing se planteó el reto de construir una máquina que tuviera las mismas capacidades que el cerebro humano, con lo cual establecería las bases de la inteligencia artificial. Esa máquina ejecutaría cualquier operación matemática resoluble por medio de un algoritmo. Pero debido a un incidente con su amante, pocos años después fue detenido por homosexualidad y condenado a “curarse” con hormonas, quedando sumido en la depresión que lo llevaría al suicidio. Puede haber debate sobre si Turing es o no el autor del primer ordenador de la historia; sin embargo, queda claro que su imaginación científica desencadenó el desarrollo posterior de una serie de dispositivos tecnológicos que hoy nos permiten a muchos superar el encierro de la pandemia.
El reciente informe especial de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que trata sobre “Universalizar el acceso a las tecnologías digitales para enfrentar los impactos del COVID-19”, informa que en la región 40 millones de hogares no están conectados a internet, 32 millones de niños de entre 5 y 12 años no pueden hacer a la teleeducación. En los hogares más pobres de países como el Perú, Paraguay, El Salvador y Bolivia, más del 90% de niños no tienen conectividad y 79% de quienes trabajan se desempeñan en actividades que no pueden hacerse mediante teletrabajo.
En el Perú contamos con una red dorsal de fibra óptica que llevaría internet a 189 capitales de provincia, lo que no garantiza ni remotamente que los más de 1,800 distritos del territorio nacional tengan acceso. La brecha tecnológica que sufrimos en el país, hoy más que nunca discrimina a los peruanos, acrecentándose las desigualdades socioeconómicas, pues el acceso a internet es indispensable para ser más eficientes, productivos y competitivos.
Hace poco dictaba una charla de “Emprendimiento” para vecinos del distrito de Villa María del Triunfo. Hablando de la afamada resiliencia de nuestros conciudadanos a prueba de sangre, fuego, paquetazos económicos y corrupción de las últimas décadas, alguien me preguntaba ¿cómo puedo tentar un emprendimiento si en mi asentamiento humano estamos limitados con el acceso a los servicios básicos como luz, agua e internet?
Estamos frente a un gran desafío. Tal vez esta crisis sea la mejor oportunidad para decidir como nación invertir en convertirnos en una sociedad digital.

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