Este es un primer recuento de cómo el gobierno destruyó las expectativas de muchos en cuanto al manejo del sector privado en medio de la pandemia, frente a los ofrecimientos que, mes a mes, anunciaba con respecto al sector salud.
Hagamos memoria. Durante los primeros días de junio salieron a la luz los abusos por parte de las clínicas al momento de cobrar, tanto por medicamentos, como por la atención que brindaban, en particular, a pacientes de COVID-19. Las clínicas cobraban 195 soles por un inyectable de omeprazol que el Estado ofrecía a un sol, 160 soles por un inyectable de paracetamol que estaba 20 soles en cualquier farmacia, o 320 soles por una ampolla de Cutinox que en los centros médicos del MINSA cuesta 7 soles. Ni qué decir de quienes iban hospitalizados y debían ser trasladados a una cama de Cuidados Intensivos. Esto podía costar más de 100 mil soles. Quizá lo más doloroso en medio de todo es que nada te garantizaba que volvieses a abrazar a tu ser querido.
En ese contexto, se presionó al sector privado y se anunció un diálogo entre las clínicas y el gobierno. Uno de los acuerdos que firmaron 26 clínicas (de las 65 que integran la Asociación de Clínicas Particulares) fue el de trabajar en conjunto para que pacientes del SIS puedan ser derivados a centros de salud privados en caso de necesitar camas UCI con ventiladores mecánicos, en aras de salvar más vidas. Sin embargo, esto no fue así. Las clínicas y las autoridades no llegaron a un acuerdo claro en los precios, por lo que hasta el 26 de julio solo UN paciente asegurado por SIS había sido atendido en una clínica privada “gracias” a este acuerdo y tuvo que ir por sus propios medios, sin ser derivado. Esto no quiere decir que no se necesitasen los traslados, todo lo contrario, mucha gente sigue muriendo en la espera por una cama UCI.
El fracaso del acuerdo ha tratado de justificarse de mil formas. Primero el precio, luego que las clínicas no tenían un número significativo de camas (aunque se tomaba en cuenta la cifra que las propias clínicas dieron). El tema se barrió bajo la alfombra y nadie volvió a tocar el asunto hasta que colapsaron las regiones. Ahora tenemos una nueva ministra y una nueva oportunidad de manejar mejor las cosas. La pelota está en su cancha.
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