El pedido de Trump a la Corte Suprema que agilizará la deportación de este grupo de inmigrantes en Estados Unidos
El presidente Donald Trump lleva su polémica estrategia migratoria a la Corte Suprema de EE. UU., buscando aprobar la deportación de migrantes sin audiencia, amparándose en la Ley de Enemigos Extranjeros.
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El presidente Donald Trump ha elevado su estrategia migratoria a la Corte Suprema de Estados Unidos, solicitando el respaldo del máximo tribunal para aplicar una controvertida medida que permitiría la deportación de migrantes sin audiencia previa, en virtud de la Ley de Enemigos Extranjeros. Esta legislación, rara vez invocada en la historia del país, fue activada el pasado 15 de marzo con el objetivo de expulsar a presuntos miembros de la organización criminal Tren de Aragua, principalmente ciudadanos venezolanos.
La aplicación de esta norma, sin embargo, fue rápidamente frenada por una orden judicial del juez de distrito James Boasberg, quien determinó que los inmigrantes deben tener derecho a impugnar su designación como supuestos criminales, advirtiendo sobre el riesgo de deportaciones erróneas basadas en criterios sin revisión judicial. Esta decisión fue extendida hasta el 12 de abril, tras una solicitud de la ACLU en nombre de cinco venezolanos detenidos en Texas.
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La Casa Blanca apela el fallo judicial en Estados Unidos
Pese al fallo adverso, la Administración Trump continuó enviando migrantes a El Salvador, donde son recluidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), considerado la prisión más grande de América Latina. La Casa Blanca sostiene que la Ley de Enemigos Extranjeros puede ser aplicada en este contexto, aunque legalmente requiere condiciones como una declaración formal de guerra o una amenaza a la seguridad nacional.
Ante el rechazo de la corte federal de apelaciones de Washington D.C., el Departamento de Justicia argumentó que las decisiones del presidente en asuntos de seguridad nacional no deberían ser interferidas por tribunales civiles, alegando que dichas acciones forman parte de negociaciones diplomáticas sensibles y del ejercicio de privilegios de secreto de Estado. En el documento elevado al Supremo, la procuradora general interina, Sarah Harris, subrayó que “la Constitución ofrece una respuesta clara” sobre quién debe tomar estas decisiones: “El Presidente. La república no puede permitirse una elección diferente”.
Críticas al sistema judicial y respuesta de la Corte Suprema
En paralelo al pedido ante la Corte Suprema, Trump arremetió públicamente contra el juez Boasberg, solicitando su destitución por bloquear su medida. Sin embargo, la Corte Suprema, encabezada por el presidente del tribunal, John Roberts, desestimó la petición, recordando que el proceso de destitución no es el mecanismo apropiado para expresar desacuerdos con decisiones judiciales. “El proceso normal de revisión en apelación existe para ese propósito”, señaló Roberts.
La controversia se suma a una larga lista de tensiones entre el Ejecutivo y el Poder Judicial durante la actual administración, especialmente en temas migratorios, donde se han impulsado políticas que han generado amplios debates sobre su constitucionalidad y su impacto en los derechos humanos.